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La noche que Chávez nos debe...

TBD BY EDITORIAL Chris Farina/Top Rank

Las oportunidades se terminan para un boxeador lleno de facultades y dueño de uno de los apellidos más ilustres en la historia del boxeo. Julio César Chávez Junior siempre está volviendo a la página anterior, a la pelea que dejó pendiente, al combate donde no convenció, a los parajes de indisciplina que han sido el factor predominante en su carrera. Parece que el tiempo, la cita y la ocasión es hoy urgente e inaplazable. Como se lo advierte su padre: O convence o se va...

LOS ANGELES, CA.- Una noche, la noche que nos debe, la que sus facultades, su personalidad y su sangre le exigían desde un inicio. La noche del convencimiento pleno, la noche donde no boxeé con cansancio, con algún dolor ni un remordimiento. La noche que transforme en realidad la hipótesis. La noche que le dé sentido al legendario apellido que representa. La noche donde se desprenda, de una vez y para siempre, de todos los miedos y que nazca como el boxeador que alguna prometía ser. La noche en que deje de ser "el hijo de la leyenda" para convertirse en el Julio César Chávez Carrasco.

¿Esa es la noche de mañana en San Antonio?

Los primeros reportes desde la habitación del Doubletree, a solo unos metros de donde se fraguó la sangrienta batalla del Alamo, son buenos: indican que estaba en peso -por debajo de las 168 libras donde se ha pactado una revancha ante Brian Vera- y tranquilo, esperando el momento de subir al ring. Ese ya es un indicio positivo, porque aunque la primera campanada no ha sonado aún, lo que este "chico" ha dejado de hacer sobre el ring durante la mayor parte de su carrera tiene que ver con su poca preparación y disciplina antes de las peleas.

Es una noche llena de advertencias.

La primera llegó desde la voz de su promotor, Bob Arum, quien le mostro "el dulce" que puede tener su carrera en los siguientes meses si es capaz de lograr un triunfo sólido en el Alamodome: una pelea ante el invicto Gennady Golovkin por el título mundial de los supermedianos. Y la otra, la más importante, surgió desde la esquina familiar, desde la siempre autorizada voz de su padre: "Si no ganas bien, tienes que pensar en el retiro".

La carrera de Chávez ha estado llena de oportunidades. La mayor parte de ellas, desaprovechadas. Su hoja de servicio indica ya otras peleas que ha tenido que repetir aun cuando, como en este caso, el rival no parece de su tamaño y trascendencia boxística. Chávez siempre está volviendo a la página anterior, a ratificar que no hay dudas, que su carrera sigue intacta, limpia y que en cualquier momento estalla hasta los parámetros que se le conceden a su nombre.

Facultades boxísticas, de acuerdo con los expertos, le sobran: brazos largos, pegada, aguante, técnica para tirar golpes curvos, sapiencia y condiciones atléticas para caminar sobre el ring, valentía y personalidad. Le ha faltado y le sigue faltando lo más importante en la vida de un ser humano en cualquier carrera o trabajo: la disciplina.

El tiempo se está acabando. Chávez Junior sabe bien que no puede darse el lujo de perder más credibilidad y condiciones ante los aficionados, que son finalmente los que encienden la televisión o compran un boleto para ir a la arena.

La noche que todos esperamos puede y debe ocurrir este sábado en San Antonio. Cualquier otro resultado sería una pena, un desperdicio terrible.

La noche que Chávez nos debe, tiene carácter de urgente e inaplazable.


@Faitelson_ESPN