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La crisis de una ciudad

BUENOS AIRES -- La fecha 28 del Calcio, "el torneo más difícil del mundo", no cambió nada en la parte alta de la tabla, puesto que los seis primeros ganaron sus respectivos compromisos. Así, Juventus defendió su holgada ventaja en la punta, Roma mantuvo a distancia de seguridad a Nápoli en la carrera por la segunda plaza, así como Fiorentina respondió al ataque de Inter al cuarto escalón de la clasificación y Parma se confirmó en la sexta plaza, la última que regala un pasaporte europeo, si bien a través del incómodo preliminar de Europa League.

Tampoco hubo grandes novedades en la zona descenso: si bien algunos suben y otros bajan, la verdad es que entre los 20 puntos del colero Catania y los 24 del umbral de la permanencia, actualmente ocupado por Chievo y Livorno, hay cinco equipos en 4 puntos, de los cuales tres se irán al descenso, y las distancias son talmente mínimas que hoy por hoy es imposible hacer un pronóstico al respecto.

¿De qué hablaremos hoy entonces? Bueno, lo más relevante del día es sin duda la tercera derrota consecutiva de Milan, la cuarta si consideramos también el 4-1 en casa de Atlético Madrid (igualado el récord negativo en la historia del club). Pero no sólo el rossonero anda mal: mirando la tabla de posiciones, uno puede ver que, por primera vez en muchísimos años, Milán se cayó a la tercera posición entre ciudades con dos equipos.

La tabla la lidera Turín, con 111 puntos (75 de Juve + 36 de Torino), sigue Roma, con 102 y un partido menos (61 Roma + 41 Lazio) y recién ahí aparece Milán, con los 47 de Inter y los 35 de Milan que suman apenas 82; no tan lejos está Génova, con 69 (35 de Genoa + 34 de Samp), mientras última quedó Verona, que suma los 40 de Hellas a los 24 de Chievo para un total de 64.

Para más datos, hay que subrayar que, en las 28 jornadas disputadas del actual torneo, sólo dos veces los equipos de Milán ganaron contemporáneamente, en las fecha 2 y 24: obviamente la mayor responsabilidad fue de Milan, pero tampoco Inter, que ni siquiera jugó en Europa, puede estar satisfecho con su actual quinta posición, a 28 unidades del líder y a 11 de la ansiada pero a todas luces imposible tercera posición, considerando que el nerazzurro tampoco pudo llegar lejos en Coppa Italia.

No se trata de problemas menores: vale la pena recordar que Inter (2010) y Milan (2003 y 2007) han sido los últimos equipos italianos en ganar la Champions League, mientras que ahora siquiera participar de la máxima competición continental parece un espejismo.

El caso de Inter parece más simple. Efectivamente, luego de coronar el sueño de su vida, es decir repetir los logros de su padre Angelo, Massimo Moratti se dio por satisfecho y comenzó a alejarse del equipo, un proceso que tuvo su culminación en la llegada del nuevo dueño, el indonesio Tohir. Inter necesita bajar la edad promedio del plantel, pero tiene un entrenador como Walter Mazzarri, más que experimentado, y además una base interesante (Handanovic, Ranocchia, Rolando, Guarín, Hernanes, Palacio, Icardi) sobre la que construir el futuro.

Ojo, todo parece indicar que será un proceso lento, porque Tohir no vino para gastar sino para ganar plata: por eso su prioridad es construir la cancha y aumentar la penetración de la "marca" Inter en el mundo, para aumentar los ingresos con lo producido por el estadio y vía merchandising.

Una vez que Inter se acerque en el facturado a los grandes de Europa, recién entonces podrían llegar inversiones importantes en lo deportivo. Mientras tanto, todo estará en las manos de la sabiduría táctica de Mazzarri y en la capacidad de los hombres mercado para conseguir buena calidad a precios baratos.

Mucho más complicado el caso Milan. En primer lugar, como hizo notar muy bien Paolo Maldini en sus declaraciones de estos días, Milan ha perdido su bien más preciado, es decir ese espíritu de equipo fundado sobre un vestuario histórico y glorioso, un "sancta sanctorum" en el que los triunfos comenzaban a tomar forma mucho antes que en la misma cancha.

Es difícil entender cómo y porqué eso pasó, pero desde nuestra óptica parece claro que la familia Berlusconi tuvo mucho que ver con este presente amargo, así como había tenido muchísimo que ver con ese pasado glorioso.

En primer lugar Berlusconi, cada vez más acorralado en su actividad política y casi quebrado por la enorme cantidad de dinero que tuvo que poner por el famoso "lodo Mondadori", un juicio que le fue tremendamente adverso, fue alejándose cada vez más de su "criatura", y eso fue algo malo para Milan.

Pero mucho peor fue que, en la "repartición" de bienes familiares entre los hijos de sus dos casamientos, Milan le haya "tocado" en suerte a Bárbara, una chica linda e inteligente pero que nada sabe de fútbol y de vestuario. Como será que su primer "contacto" con el mundo rossonero fue ponerse de novia con uno de los futbolistas estrellas del plantel, el brasileño Pato: fácil imaginar como eso pueda haber caído entre los jugadores.

Pero más allá del hecho sentimental, eso se volvió pronto un problema real: Galliani tenía cocinada la venta de Pato por 26 millones de euro, y con la mitad de los mismos tenía arreglada la llegada de Tévez. Bárbara se interpuso, Pato se quedó (para irse un año después por mucha menos plata) y Tévez no sólo no llegó nunca, sino que ahora es el máximo anotador del torneo vistiendo la camiseta de Juventus.

Fue sólo el inicio del desastre: con un andamiento undívago, alternando momentos de entusiasmo (veáse las llegadas de Ibrahimovic o Balotelli) a otros sumamente depresivos, como la venta de Tiago Silva o del mismo Ibra, el plantel se fue desarmando y perdiendo su identidad.

Pero lo más grave fue que la propiedad impuso una nueva política con respecto a los veteranos: a Galliani, que había defendido hasta el último día a jugadores como Costacurta, Maldini o Inzaghi, se le prohibió renovar contratos por más de un año a los mayores de 32 años. Resultado: Pirlo, Gattuso, Nesta, Van Bommel, Seedorf, Ambrosini, uno a uno los senadores de tantas batallas y victorias se fueron, para dejarles su lugar a colegas del nivel de Mexés, Emanuelson, Constant, Silvestre y Traoré, y paremos acá porque no queremos que ningún lector rossonero se nos ponga a llorar.

Bárbara terminó de cocinar el desastre cuando, tomándose una atribución deportiva que no le correspondía, lo "despidió" prácticamente en directa televisiva a Allegri, obligando a la llegada de un Seedorf que, evidentemente, no estaba preparado para asumir a la carrera. ¿Resultado? Las cosas no mejoraron, Milan se quedó afuera de todo a mediados de marzo, igualó su peor marca histórica y ahora el holandés hasta arriesga el despido y, de cualquier manera, sufrió un desgaste absolutamente innecesario.

¿Soluciones? Milan tiene también una buena base de plantel: Agazzi, ya adquirido para junio, Abate, De Sciglio, Montolivo, Poli, Cristante, Saponara, El Shaarawy, Balotelli, son todos elementos de selección y todos italianos. Así que no hay que gastar mucho, sólo hay que hacerlo bien: se necesitan dos centrales de nivel internacional (se habla de Alex, pero uno solo no alcanza) y un par de volantes aptos para el 4-2-3-1 que quiere Seedorf, con calidad técnica y despliegue (si es que el holandés sigue).

Sin embargo, fijense que un 4-3-3 podría armarse ya hoy y no sería tan mal: Agazzi, Abate, Alex, Zapata, De Sciglio, Poli, Cristante, Montolivo, Balotelli, Pazzini y El Shaarawy. Con mucho menos que eso, Parma lleva 16 fechas invicto. Pero con Roberto Donadoni, claro.

Quizás la reconstrucción de Milan debería arrancar justamente de ahí, de un experimentado entrenador italiano que vivió y sintió sobre su piel la gloria de ese vestuario. A Seedorf le falta experiencia, al igual que Inzaghi: Donadoni, en cambio, podría ser el hombre ideal.

Mientras tanto, no hay que ponerse histéricos: en primer lugar, ese tipo de crisis ya se vio en el Milan de Berlusconi, allá por 1997 y 1998; por otra parte, no hay que olvidar que Juventus, antes de este ciclo triunfal (goles fantasmas a parte), venía de dos séptimos puestos consecutivos. De las crisis no se sale llorando, sino trabajando con la seriedad y competencia de un Marotta.