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Yasiel Puig abanica de nuevo

Yasiel Puig tiene el potencial para convertirse en el mejor pelotero de las Grandes Ligas, pero más allá de los obstáculos que siempre representan los lanzadores rivales, su peor enemigo es él mismo.

Puig volvió a abanicar este jueves, al presentarse tarde al Dodger Stadium, por lo que el manager Don Mattingly lo envió a la banca como castigo.

La demora fue de apenas unos minutos, pero eso es lo de menos.

Este incidente viene a sumarse a una serie de indisciplinas del cubano, tanto dentro, como fuera del terreno.

El muchacho que irrumpió como un huracán en las Mayores y cautivó con su electrizante juego a toda la fanaticada, más allá de Los Ángeles, ya gastó todo ese crédito y ha quedado bajo la lupa más escrutadora.

Cualquier incidente, por mínimo que sea, va a ser amplificado exponencialmente y opacará cada vez más las buenas acciones en el terreno.

Antes de iniciar la campaña, el jardinero de los Dodgers participó en un evento de softball con la prensa cubana de Miami y dio la impresión de haber aprendido de sus errores.

Incluso, hasta bromeó con el tema de la velocidad, luego de que semanas antes fuera detenido por la patrulla de carreteras de la Florida por conducir a 100 millas por hora.

Pero no tardó en borrar esa impresión de rectificación y ya en la serie inaugural en Australia ante los Diamondbacks de Arizona creó controversia y recibió un jalón de orejas de Mattingly.

Ahora esto de la tardanza viene a ratificar que el jugador necesita madurar de manera acelerada, si pretende mantenerse en la liga por muchos años.

Se entiende que es un muchacho demasiado joven que de la noche a la mañana pasó de no tener nada a tenerlo todo, que en un abrir y cerrar de ojos se convirtió no solo en millonario, sino en una celebridad.

Y a la inmensa mayoría de los inmortales, en esas circunstancias, le resultaría muy difícil manejar la fama, pero ese es el precio que tiene que pagar.

La paciencia se agota y la vida le puede cobrar factura. De hecho, ya se la está cobrando.

Fíjense en el dato: el pasado año, cuando apenas llevaba un mes en Grandes Ligas, su camiseta con el número 66 era la tercera más vendida, detrás de la del panameño Mariano Rivera y el derecho de los Mets Matt Harvey.

Ya esta temporada ni siquiera figura en el top ten, al caer al puesto 11.

Puig debe comprender que antes de él, hubo otros peloteros igualmente espectaculares que se perdieron por el camino debido a su actitud negligente e indisciplinada.

El riesgo es real y sería lamentable que él mismo nos prive a quienes amamos al béisbol, independientemente de preferencias de equipo, de ver a un jugador electrizante como pocos.