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Imponen a Jesús otra Corona de espinas

LOS ÁNGELES.- Jesús se niega a bajarse de su Cruz y acepta una nueva Corona de espinas. Y de nuevo, en el umbral de una Copa del Mundo.

¿Es el portero de Cruz Azul el auténtico villano de la zacapela del miércoles por la noche?

¿Alguien puede exonerar los pasajes previos de Gandolfi y Pellerano? ¿Y la estulticia arbitral al perdonarle la vida a Cirilo Saucedo desde el primer tiempo?

¿Merece Jesús Corona ser procesado, enjuiciado, sentenciado como un psicópata por sus recurrentes actos de violencia dentro y fuera de la cancha?

Jesús Corona se equivoca en su reacción, especialmente con el historial que le acompaña.

En México, el principio popular, incorrecto, indebido, de justicia, se desprende del refranero: "Mata un perro y te dirán mataperros".

Y bajo ese precepto se prejuzga y se juzga, lo cual no garantiza justicia.

El drama se vive en dos actos: primero Gandolfi lo provoca ya en la agonía del juego, y el portero, instintiva, pero indebidamente, levanta el brazo derecho, como acto reflejo de protección.

Evidente e inevitablemente, colocar el codo cerca del pescuezo del envalentonado Gandolfi, se interpreta como un acto agresivo de Corona más que represivo o defensivo. Y en la caldera efervescente y en ebullición en que se había convertido el desenlace del juego, sólo se necesitaba una chispa para desatar la conflagración.

Tras una aparente tregua, más que calma, al final del partido, la reyerta renace. Tras el armisticio involuntario, la batalla regresa.

Pellerano diría después que Corona se burlaba de los Xolos, tras eliminarlos de la Concachampions, y que por eso encaró al portero de Cruz Azul, y que por eso perpetró uno de los actos de mayor bajeza entre seres humanos: escupió al portero. Nada justifica ni indulta ni al provocador ni al provocado.

Cruz Azul apela una sanción que aún no conoce. Ha enviado un video para demostrar que no hay agresión de Corona, lo cual es, conforme a este testimonio, totalmente cierto.

El portero no reaccionó bestialmente como lo hizo en un antro contra otro parroquiano, ni como lo hizo de manera brutal contra el preparador físico del Morelia, al cual le reventó la nariz de artero cabezazo, un acto censurado hasta en el salvajismo extremo de las luchas de callejón.

Pero, esta vez, Corona, al menos físicamente, no agredió a nadie. Aunque la mirada colérica aparece en su rostro, el portero de Cruz Azul no embistió a nadie de la manera brutal que lo consignan sus antecedentes.

Esta vez resistió, aguantó, y en la versión de las burlas --lanzas que esgrimen los jugadores de Xolos--, Gerardo Torrado asegura que no hubo tales.

Claro, Torrado no puede decir otra cosa y queda su palabra contra la de Pellerano. Y si hablamos de antecedentes, la proclividad de ambos jugadores a ser amonestados por carniceros, les reduce la credibilidad para hablar de moral.

¿Merece Corona la tarjeta roja que le muestran terminado el juego? Si le fue expedida la expulsión por burlarse del adversario, como lo considera el fatal y deplorable árbitro Paul Delgadillo, la historia cambia radicalmente. Pasa de víctima a villano. De provocado a provocador, aunque, insisto, al final, ninguno puede ser indultado, ni él ni Pellerano.

Y la pregunta que Usted, si llegó hasta estas líneas, debe carcomerle de ansiedad, es ¿debe Jesús Corona ser marginado de la Copa del Mundo de Brasil por este altercado, por alebrestarse en esta pelotera y por ser el gatillo, o al menos uno de los detonantes de la misma?

La suma de hechos no lo absuelve de responsabilidades. Pero la suma de circunstancias, no lo condena como culpable extremo.

Y además, con que catadura moral van a castigar a Corona, si ya el cuerpo técnico del Tri exoneró al Maza Rodríguez por reiterados comportamientos igual de obscenos y ruines, tanto a nivel de selección como a nivel de clubes.

Y no olvidemos cómo el mismo entrenador del seleccionado mexicano, Miguel Herrera es exiliado y marginado del Mundial EEUU '94 por Miguel Mejía Barón, cuando se lleva una expulsión innecesaria por una agresión desleal por la espalda sobre Dolmo Flores en el Estadio Azteca.

Esta decisión de Mejía Barón generó un divorcio total con El Piojo, al grado que el técnico del Tri lo cuestionó públicamente al citarlo como "desviado sexual", y además especificó que piensa hablar con todos los ex entrenadores de México, menos con él.

"Me queda claro que de seguro le gusto (a Miguel Mejía Barón) por sus desviaciones sexuales. De seguro le gusto, porque no para de darme (atacarlo), sólo habla de mí en sus columnas", puntualizó El Piojo cuando aún era técnico del América.

Entonces, es evidente que Corona no va a ser marginado del Mundial por esta serie de zacapelas ante Xolos.

1.- Por puntualizaciones tales como que en ningún momento es un agresor físico, acaso, sí, un deleznable y detestable provocador.

2.- Y si él es marginado por esas circunstancias, entonces tendría que medirse con la misma vara al Maza Rodríguez, sin olvidar entre muchos de sus deslices y dislates, cuando le muestra el dedo del corazón a la afición mexicana que abucheó al Tri en el Azteca.

3.- Y menos aún, cuando seguramente Miguel Herrera verá proyectado su propio purgatorio antes del Mundial de Estados Unidos, por esa agresión artera a Dolmo Flores. Si él arguyó entonces que había sido tratado injustamente, ¿cómo proceder ahora?

Ciertamente, Jesús debió evitar una nueva Corona de espinas.

En ambos conatos, debió escurrirse, debió fingir demencia, alejarse, en lugar de mantener la imagen de duro, de macho, de bravucón, porque al final de cuentas él ya tenía todas las cartas ganadoras en la mano en ese momento: la Final de la Concachampions, la victoria misma y, principalmente, hubiera enviado el mensaje que estaba ya curado de sus arrebatos de ira.

Y a nivel cancha, debe quedar claro: la lucha por la portería titular debe ser entre él, Guillermo Ochoa y Alfredo Talavera.

Aunque siempre quedará la pregunta: ¿por qué ser tolerantes, generosos y compasivos con el portero de Cruz Azul, cuando los otros dos han demostrado siempre nobleza en la cancha?

¿Hay que exonerar al pecador, para imponer penitencia a los inocentes? No se puede salvar a uno del Infierno, para enviar al purgatorio a los otros.

La Parábola del Hijo Pródigo es un buen discurso bíblico pero con un fondo de injusticia detrás.