<
>

Asaltan Madrid desalmados antimadridistas

LOS ÁNGELES -- Son unas semifinales que estremecen las más bajas pasiones. Porque en las semifinales de la Champions hay cicatrices. Y hay heridas abiertas. Hay rencores.

Y lo más importante: esas guerras abiertas y pendientes se libran con futbol y entre futbolistas.

Es decir, las más insanas de las pasiones, en la cancha, se higienizan... o casi.

Pero lo cierto es que Madrid, la ciudad, la Meca futbolística de Europa en estos momentos por mayoría en semifinales, será sitiada por dos tipos y sus huestes, que tienen una acendrada repulsa a todo madridismo y a todo madridista.

1.- Bayern Munich ante Real Madrid. Es decir, Pep Guardiola contra la glamorosa bestia vestida de etiqueta blanca, y a la que tuvo comiendo de su mano prácticamente durante toda su gestión barcelonista. Y el madridismo no olvida. Y Guardiola nunca se saciará, como catalán civil y futbolista, de colgar en su sala de trofeos la zalea merengue.

2.- Chelsea y Atlético de Madrid. Mismos dogmas, distintos senderos. Un técnico se calza botas militares, ejerce la dictadura y los dota de bayonetas. El otro se calza sandalias y busca apóstoles solidarios, pero al final, también con bayoneta. Mourinho los trata de inútiles para sublevarlos y convertirlos en los mejores del mundo; el Cholo Simeone los sublima y los convence de ser los mejores de Europa.

Pero en cada uno de los cuatro equipos hay artistas, aunque en la primera de las citas, parece que el mejor dotado de todos estará ausente: Cristiano Ronaldo, a quien los médicos merengues, y el propio instinto de conservación mundialista del jugador, le reservan rehabilitación y reposo mesurados.

Por un lado, Guardiola presenta a un Bayern Munich mejorado, en una expresión superior incluso a la de su mejor Barcelona. No tiene la exquisitez de los mejores años de los azulgranas tal vez, pero le quitó el rococó y le puso vértigo.

La mejor noticia es que ni Ancelotti ni Guardiola promulgan principios de rudeza y aniquilación para anular al adversario.

De hecho, sería hasta un acto de candidez suicida el que Ancelotti se atreviera a confrontar tête-à-tête, cara a cara, y más aún si en la primera entrevista no cuenta con el jugador perfecto (no el futbolista perfecto), como lo es CR7. Pero, para bendición del espectáculo, el italiano sabe que puede orillar a sus hombres a marcar, pero no a destruir.

Y si bien es evidente que la diferencia en esta Semifinal la marca el volumen de equipo, las desventajas a nivel individual serán determinantes.

Y empecemos por los pasadizos que le gusta explotar a Guardiola y que puede hacerlo mejor con este colectivo alemán que con el Barcelona, por principios de velocidad y verticalidad: ¿Ribery y Robben pueden ser contenidos por Carvajal y Marcelo? Parece imposible.

Incluso, revisando al Real Madrid sin CR7, y con Benzemá (y su inconsistencia) como único poderoso argumento ofensivo, Guardiola sabe que mantiene a Lahm en la versatilidad que le ofrece, al proyectarlo como el mejor jugador de su especie, sin necesidad de refundirlo en un costado de la cancha.

Y el Real Madrid tiene dos antecedentes en contra, que poco pesan, cierto, porque los técnicos y los jugadores han cambiado: le duele el futbol alemán y le duele la capacidad para localizar sus puntos frágiles, cuando está enfrente el acupunturista Pep Guardiola.

¿En la otra Semifinal de la Champions? Olvídese de botanas y bebidas si quiere disfrutar la conflagración entre Atlético de Madrid y Chelsea, bajo la erudición de dos nazarenos beligerantes y con un sello de hostilidad en cada pelota y en cada segundo.

Es una cita para observarla más que para verla; para escudriñarla, más que para contemplarla. Es un duelo perturbadoramente marcado por el principio de la cero tolerancia, y en la que la disciplina fervorosa de cada jugador irá determinando el desenlace.

Ojo: tal vez no haya un desfile de alaridos, pero seguramente sí habrá una intensidad física, muscular, en la que adrenalina, testosterona y rigor marcarán cada pelota, pasando por la bendición de que además hay buenos futbolistas, que en el mano a mano romperán los códigos estrictos.

Lo cierto es que Madrid, como Meca del futbol, será asediada implacablemente por dos consagrados y confesos antimadridistas: Mourinho y Guardiola.

Ironías o maquiavelismos del destino, pero dos enemigos a muerte, Mou y Pep, son hoy secuaces para hundir a una ciudad y a sus ilusiones futbolísticas.