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Corona, por lo pronto, se queda sin corona

LOS ÁNGELES.- Corona puede quedarse sin corona. El portero de Cruz Azul se lleva tres juegos de suspensión. No jugará los dos encuentros de la Final de la Concachampions, ni el primer juego del Mundial de Clubes, en la eventualidad de que La Máquina pueda vencer al Toluca.

El veredicto de Concacaf explica que "la suspensión adicional (dos juegos) se impuso como castigo por conducta antideportiva, específicamente en el uso de un lenguaje provocador y de gesticulaciones empleados con el motivo de incitar a un oponente".

Es decir: la roja se la lleva Jesús Corona por rijoso, la suspensión agregada por bravucón.

Si Cruz Azul gana, técnicamente, Jesús Corona será campeón de Concachampions, pero disciplinariamente no podrá dar la vuelta olímpica, ni recibir la medalla ni besar el trofeo.

Ahora, la responsabilidad total es para Guillermo Allison. Si el suplente tiene una jornada memorable, y respalda la eventual coronación de Cruz Azul, podrá ostentar el mérito pleno.

Ojo: en las perversidades del futbol, si Allison es rebasado por el reto y la presión, las consecuencias eventuales de un nuevo desastre celeste, inevitablemente terminará salpicando a Corona.

Ya de hecho cometió equivocaciones por nerviosismo, desatención y desubicación en el 2-2 frente a Pachuca el fin de semana pasado.

Lamentablemente, para el mejor portero en México, la polaridad de circunstancias lo castiga.

Será actor pasivo y responsable del desenlace de una Final que no podrá jugar: si Allison está a la altura del reto, la conclusión es que Corona no es indispensable, pero si Allison se equivoca, Corona corre riesgo de ser crucificado por sus exabruptos en el Juego de Vuelta ante Xolos.

Aquí hay materias pendientes todavía, y en espera de las sanciones finales que pueda imponer Concacaf a los Xolos de Tijuana, porque a varios de ellos los videos los consignan como pandilleros, en especial al entrenador César Farías, quien se evidenció como camorrero y lamentablemente en actitud señoritera se quejó de arañazos en la conferencia de prensa posterior.

Partamos de un principio irrefutable, José de Jesús Corona se equivocó. Se volvió a equivocar, pero...

1.- Evidentemente el reporte del árbitro es lapidario. Paul Delgadillo hace una recopilación de interpretaciones y las plasma en la cédula. La pregunta prevalece: ¿el silbante se dejó llevar por los antecedentes de Corona en el futbol mexicano o se limitó estrictamente a lo ocurrido en el juego?

2.- Porque si Delgadillo reporta a Corona por "conducta antideportiva, específicamente en el uso de un lenguaje provocador y de gesticulaciones empleados con el motivo de incitar a un oponente", esas actitudes, sin duda, al menos una decena de participantes más en la bronca, de ambos equipos, hicieron lo mismo.

3.- Ojo, y esto lo ha dejado en claro la Comisión Disciplinaria de FIFA en varias ocasiones (Balotelli, Suárez, Drogba, Pepe, Ramos, Mourinho, Henry, etc.): los castigos o conductas de jugadores o técnicos no se deben mezclar en torneos diferentes para castigar.

Es decir, conforme a FIFA, los pecados de Corona en la Liga MuyEquis o en su comportamiento personal en bares de segunda, no deberían influir en el criterio y juicio para un torneo de la Concacaf. ¿Supo desintoxicarse, supo desinfectarse de esos prejuicios Delgadillo o por el contrario se perfumó de esa malignidad?

Pero, recuperemos circunstancias: Jesús Corona ya sabía, y esta vez le queda claro, no tiene derecho a equivocarse, y rescato y retraigo aquel criterio injusto y popular de "mata un perro y te dirán mataperros".

Decía el activista estadounidense Ralph Nader, que "tu mejor maestro es tu último error", y Corona sabe que vive en una casa de cristal.

Pero que, además, será castigado conforme a reglamento, y si se puede, y debe cargar con ello, será usado como chivo expiatorio.

Se pregunta el portugués José Saramargo "para qué sirve el arrepentimiento, si eso no borra nada de lo que ha pasado. El arrepentimiento mejor, es sencillamente cambiar", y en ese sentido, aparentemente, para la mayoría, José de Jesús Corona sigue dejando dudas. Vaya, no sólo dudas, sino hasta sospechas.