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León, Márquez, Matosas... y la fosa común

León quedó eliminado de los octavos de final de la Copa Libertadores al empatar con Bolivar 1-1 EFE

LOS ÁNGELES -- En el Estadio Hernando Siles de La Paz, entre el paroxismo festivo del Bolívar y su muchedumbre regocijada, hubo un funeral múltiple.

1.- El León es eliminado de la Copa Libertadores. Lo peor: se murió de nada. Debe ser el peor partido de esta nueva era. Sume usted: 67 balones equivocados en jugadas de segunda intención, es decir con balón controlado.

El León fascinante, letal, que jugaba como gigoló en alcobas ajenas, y sudaba y peleaba y mordía como mastín cebado defendiendo al dueño, se extravió en alguna parte.

Acaso en los laberintos de los viajes, los juegos y el cansancio, o acaso en los recovecos de la campeonitis, y hasta en la confusión neuronal de los discursos cruzados de su propio entrenador.

2.- Y quien termina por hundir el barco que ya zozobraba, pero para entonces aún no naufragaba, es su propio capitán.

Como tantas otras veces, con tantas otras camisetas, en tantos momentos clave, en los clímax de tantas otras competencias, y cuando su equipo más lo requería, Rafa Márquez se hace expulsar por una agresión que reúne todos los agravantes, pero no los de un delito (premeditación, alevosía y ventaja), sino los de un acto de traición.

Había sido el mejor jugador del León. Ponía calma, sabiduría, experiencia, anticipación, orden, claridad. Y por tanto, Márquez, era el último bastión de una proeza, hasta que eligió ser el Judas del Calvario de sus propios apóstoles.

Una agresión artera, innecesaria, torpe, descabellada. Y se gana la expulsión. Es el capitán del León. Fue clave en el campeonato conseguido. Pero hay más. Es el capitán del Tri. En pronunciamiento de Miguel Herrera, son él y 22 más los que irán al Mundial de Brasil.

Y la pregunta es imprescindible: si José de Jesús Corona fue condenado públicamente, y casi por unanimidad, a la hoguera en leña verde por su comportamiento ante Xolos, al grado de cuestionarse su derecho al Mundial, lo de Márquez debe quedar impune e inmune.

3.- ¿Y el tercer féretro es para Gustavo Matosas? El entrenador ha hablado de fecha de caducidad de sus procesos. Ha condicionado su continuidad a la llegada de refuerzos. León tiene un contrato firmado para retenerlo, pero sobre todo debe tener una negociación cordial para encontrar una mutua devoción para seguir juntos.

El legado de Matosas no debe terminar ahí para el León. Voy más allá: el futbol mexicano no debe permitir la salida de este entrenador.

Su trabajo para rescatar y respaldar jugadores, para sacarlos de los botaderos de desechos tóxicos y convertirlos, hasta antes de este juego, en artistas y ganadores, merece el respeto y el reconocimiento.

Dijo ya en Raza Deportiva de ESPNDeportes Radio el mismo Jesús Martínez Jr. que no permitirá la salida de Matosas, y advirtió que no permitiría actos de piratería de equipos que presuntamente quieren seducir al entrenador, como lloviznan versiones de los acechos por casos desesperados de Monterrey y América.

4.- ¿Dónde está el Gullit Peña? Cierto, este martes le tundieron, y la cancha era una emboscada para su futbol, pero igual, dio tan poco a la ofensiva, y sacrificó tan poco a la defensiva, que a la distancia, y hasta por el parecido físico y las torpezas que perpetraba, uno podía confundirlo con un habitual enemigo del balón como Joel Huiqui.

Y alguien debe rescatar a este jugador. No es sólo una mala noche, había ya un asomo de declive en su rendimiento. Y el jugador que se robó Liga y elogios, que marcó diferencias e ilusiones en la selección, no puede morir, como murió su mismo León, de absolutamente nada, en el Hernando Siles.

Porque además, los jugadores que lograron rescatar al equipo, en una lucha titánica, fueron Montes, Aris y Vázquez, especialmente ante el estado catatónico de Gullit y el acto de traición de Márquez.

Sí, con Bolívar como Ministro de Santos Óleos, y una merecida clasificación a Cuartos de Final de la Libertadores se oficiaron cuatro funerales. Uno de ellos irrevocable e irrefutable: el del León, pero los otros tres, tienen aún la esperanza de pasar primero a terapia intensiva, antes de cerrar los sarcófagos.

Y no sólo por el bien del León, sino del propio futbol mexicano.