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¿Quién no fue brasileño alguna vez en su vida?

Fue prácticamente imposible dejarse seducir por el futbol convertido en arte que por años pregonó la camiseta "verdeamarella". Brasil siempre fue un refugio para los puristas, para los amantes del futbol espectáculo, para los creadores del "Jogo Bonito". Hoy, está cerca de comenzar el Mundial agobiado por la presión y la necesidad, factores que podrían desencadenar que termina traicionado sus propios ideales. El brasileño que todos llevamos dentro. El brasileño que alguna fuimos pudo haber desaparecido para siempre...

RIO DE JANEIRO -- Alguna vez, en un momento de nuestras vidas futbolísticas, todos fuimos parte de esa "magia". Alguna vez en nuestras vidas fuimos brasileños, a través de una cancha, de un balón, de 11 futbolistas y de algunos genios vestidos en pantalones cortos y enfundados en zapatillas de cuero. Alguna vez todos fuimos brasileños.

El brasileño que todos llevamos dentro.

Y aún recuerdo aquel paquete envuelto en papel estraza que mi padre me entrego el día de mi cumpleaños número 5. Lo había hecho recorrer cientos de kilómetros de distancia de un pueblo a otro a la búsqueda de aquel capricho ++para mi sueño++ que tenía aquel niño que era yo: la camiseta "verdeamerella" con el 10 en la espalda, la camiseta de "Oh Rey" Pele, la que portaba con orgullo en el barrio, la que me identificaba por sobre los demás, le que no me quitaba ni siquiera para dormir. Yo también fui brasileño, alguna vez, muchas veces, a lo largo de mi vida. ¿Quién no fue brasileño alguna vez en su vida? Quien no fue capaz de dejarse seducir por las caricias legendarias que aquellas figuras le daban al balón. De los regates de Garrincha a la habilidad de Didi. De la selección del 70 al Brasil del '82, que jugaba por nota y no ganaba. De Pele a Ronaldo, de Ronaldo a Romario, de Romario hacia atrás para Zico y para Sócrates. Del histórico Zagallo a algunos grandes personajes que inundaron las canchas mexicanas, que le dieron vida, inspiración y magia a nuestro futbol: Cabinho, "El Tuca", Batata, Donizete, "Tita", Zizinho, Bahia, Santos, Eusebio, Nene, Yahir, Amaral, Sinha, Dirceu y muchos más. ¿Quién? ¿Quién no fue brasileño alguna vez?

O quizá cuando la selección mexicana alcanzaba el límite de sus posibilidades y la selección de Brasil aparecía siempre como un refugio en nuestro en corazón. Una segunda bandera en la cual agitar, una segunda "patria futbolística" que nunca era capaz de decepcionarnos. Brasil estaba ahí para nosotros, dispuesta, abierta, cariñosa como siempre para abrazarnos con su glorioso calor.

El Mundial se inaugura este jueves en el país que invento y convirtió al juego del futbol en un "Jogo bonito". En ellos, en los creadores, en los inventores y en los productores del arte convertido en futbol estará depositada gran parte de la presión y la obligación de este Mundial. El problema es que este Brasil está necesitado y urgido de revalidar sus condiciones de protagonista en el futbol y para lograrlo, a como dé lugar, podría incluso traicionar los ideales que históricamente han acompañado a su juego. Hace un año, cuando ganaron la Copa de las Confederaciones aplastando a España en el Maracaná, Brasil utilizo otro tipo de argumentos que no parecen cercanos a lo que pregona su camiseta y su espíritu. Con Neymar al frente como gran figura mediática y mercadológica y tras una temporada de altibajos en el Barcelona cuyas cuentas finales terminaron siendo un fracaso, Brasil tiene hoy una selección que basa gran parte de sus aspiraciones en el juego de conjunto, en la solidez de su defensiva, en la capacidad generadora de sus laterales-carrileros ++Marcelo y Alves++ y en la juventud de un mediocampo que se reparte las obligaciones. Brasil no es lo que era antes y encima de ello tiene la carga emocional de una nación que quiere vengar lo que sucedió hace 64 años en el mítico y trágico "Maracanazo".

El Mundial comienza en solo unas horas y lo hace en el marco de un pueblo vibrante en ritmos, en colores y en pasión y lo hace en una tierra que sabe de futbol, de futbol bonito, de futbol arte, de futbol magia. El riesgo que corremos es que Brasil haga de lado esas características o ideales para tratar de ganar.

Como sea, el marco es ideal, exacto y puntual para que saquemos al brasileño que todos llevamos dentro.

@Faitelson_ESPN