<
>

Vergara, el lobo de su propio Rebaño

LOS ÁNGELES -- Reconozcámosle a Jorge Vergara que sabe bien lo que quiere para sus Chivas.

Reconozcámosle que sabe dónde buscarlo.

Reconozcámosle que no le pone freno a su perseverancia por encontrar el eslabón perdido.

Reconozcámosle que se atreve donde ningún otro directivo mexicano se atreve.

Y vaya intentos genuinos que ha hecho: Hans Westerhoff y Johan Cruyff, el primero respetadísimo en Holanda, y el segundo en el mundo.

Ahora elige a Albert Benaiges, quien afirma que ha arrullado a nueve campeones mundiales con España en 2010, en ese cunero del Barcelona llamado La Masía.

Estos son algunos de los que dice haber cincelado en su paso por La Masía que parece elogiarse en demasía: Víctor Valdés, Pepe Reina, Gerard Pique, David Belenguer, Jordi Alba, Cesc Fábregas, Andrés Iniesta, Xavi Hernández, Joan Verdú, Lionel Messi y Pedro Martínez.

Dicen, quienes lo conocen en Barcelona, que en su etapa al frente de la incubadora azulgrana sí había producción de talentos, y que no es un mérito acuñado por advenedizos como esos que dicen que "esta selección de Costa Rica en el Mundial de Brasil yo la armé", o "este Monterrey de Vucetich, yo lo hice", y si Usted cree que hago referencia a Ricardo LaVolpe, la mala fe es suya, apreciable lector, al interpretarlo así.

Reconozcámosle pues a Jorge Vergara su tesón, su convicción, su devoción, su inversión y su pasión por tratar de hacer de Chivas una versión mexicana del Barcelona o de la escuela del Ajax en Holanda.

Ha invertido millones de dólares en esos esfuerzos. Y es evidente que lo ha hecho de manera correctamente encaminada.

No hay porqué dudar que, eventualmente, Benaiges (mexicano, hijo de refugiados españoles), pueda tener éxito.

Pero, primero, este supuesto fabricante de talentos, debe tener garantizado que podrá culminar su gestión y el tiempo marcado para que su proyecto pase de la intención y de la pretensión, a los hechos.

Lo cierto es que así como Jorge Vergara hace esos notables esfuerzos para pretender que Chivas sea la versión totonaca del Barcelona o del Ajax, o al menos de las escuelas de formación de ambas instituciones, él es quien al final termina abortando los proyectos.

Hans Westerhoff, al ser entrevistado, trata de evitar hasta decir su nombre. Se sintió traicionado desde que fue exiliado con Chivas USA, y su despido le fue notificado a través de Néstor de la Torre, sin que Vergara lo atendiera nunca.

A Cruyff, lo echó Vergara mediante un correo electrónico, en la madrugada de España, a sabiendas de que no podía replicarle de inmediato, y fue echando poco a poco a todos los pioneros y gitanos holandeses que fue colocando en el Rebaño.

A nivel nacional, Vergara no ha sido más exquisito. Ha jugado con la honestidad y buena fe de buen hombre de José Luis Real, y además ha echado a nueve directores deportivos en 12 años.

Y seguramente, en el caso de Benaiges, para evitar posteriores trances burocráticos, le pedirá que al firmar su contrato, también, de una vez, con la fecha en blanco el papel, firme la carta de renuncia.

Vergara se convierte en el lobo de los proyectos de Vergara. Vergara se convierte en el mejor enemigo de Vergara.

Desde que echó a Iván Sisniega, que uno ni siquiera se imagina porqué llegó ahí, si alguna vez, como exitoso pentatleta activo, dijo que detestaba el futbol profesional de México, pero desde esa ocasión, Vergara termina después lastimando la reputación a todos los que, también en su momento, los condecoró con palabras grandilocuentes con sus elogios falsos, sin siquiera conocerlos.

Benaiges llega a unas Chivas desmanteladas. Ya se había explicado que salieron José Luis y Héctor Real, además de Juan Manuel Herrero, Juan Carlos Ortega, Sully Ledesma, Nacho Vázquez, Jaime Pajarito, entre otros, y que incluso el futuro de Alberto Coyote, ya con nexos mínimos, y el de Ramoncito Morales, están condicionados.

Y claro, los mismísimos Paco Palencia y Rafael Puente deben levantarse todas las mañanas a checar de inmediato su correo electrónico, su WhatsApp, Twitter, Facebook, para saber si aún tienen trabajo con Chivas.

Es decir, todo el operativo de fuerzas básicas en el Rebaño ha sido desmantelado. Los supervisores, los filtros, los entrenadores, los formadores, los diseñadores del sistema de trabajo, han sido despedidos,

Benaiges llega a un páramo, a un desolador y fantasmal escenario, a tratar de resucitar la cantera de Chivas de los vestigios que quedan de la estructura original de Hans Westerhoff.

Es muy posible que Benaiges tenga éxito. No hay porqué dudarlo. El problema es que Vergara, cualquier día, a cualquier hora y en cualquier lugar, puede ser influenciado o manipulado, para que decida correrlo destempladamente.

Benaiges podrá esculpir con Chivas un Moisés de Miguel Ángel o tal vez un Frankenstein, pero sin duda, antes, justo antes del último cincelazo o de conectar el switch para levantar al esperpento de la plancha de laboratorio, aparecerá la mano de Vergara para terminar con todo, y enseguida mandar destruir todo lo edificado para comenzar, otra vez, de cero.

Sí, Vergara es el lobo de los mismos proyectos de Vergara.

Pero, reconozcámosle que en cuanto destruya este nuevo juguete con el mentor de los mejores tiempos de La Masía, de inmediato empezará a buscar otra opción.

Y Benaiges pasará a ser el peor de todos los que ha contratado, y el que venga , pasará a ser el mejor, el ideal, el idóneo, el soñado, el nunca bien ponderado de todos los contratados, y que esta vez sí, será capaz de conseguir el milagro.