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¿Qué pasó con la indignación?

En los días a finales de abril, cuando la NBA dio a conocer la sanción impuesta al cuasi-exiliado dueño de Los Ángeles Clippers, Donald Sterling, todo el mundo y unos cuantos más se pararon en fila para aplaudir la suspensión de por vida dada a conocer por el comisionado Adam Silver por los comentarios racistas que habían sido publicados unos días antes.

Desde Snoop Dogg hasta Kareem Abdul-Jabbar, los alcaldes de Los Ángeles y Sacramento, celebridades y hasta las estrellas más grandes de la liga utilizaron todo tipo de plataforma para expresar su indignación sobre los comentarios de Sterling y su aprobación a las acciones de la liga.

Otro, como los retirados veteranos Dominique Wilkins y James Worthy, hicieron alarde del largo historial de racismo de Sterling y que se alegraban que, después de tanto tiempo, el verdadero Donald Sterling estaba siendo expuesto como el racista que es, y siempre fue.

Sin embargo, unos meses más tarde, en una sala de tribunal se sigue disipando y argumentando la demanda que Sterling entabló intentando detener la venta de los Clippers, cuestionando el poder de autoridad de su esposa, Shelly Sterling, para cerrar la venta de la franquicia por $2,000 millones de dólares al ex ejecutivo de Microsoft, Steve Ballmer.

Por las últimas tres semanas, el desfile de testimonio en el caso ha sido tan absurdo y ridículo como el hecho de que todavía, a estas alturas, exista una ínfima posibilidad de que Sterling se mantenga en el poder del equipo.

Pero más absurdo ha sido el silencio unísono de la comunidad de la NBA. Salvo a las voces del dirigente Doc Rivers y del armador Chris Paul, quien a su vez es el presidente de Asociación de Jugadores, nadie ha levantado una voz de alerta.

Tanto Rivers como Paul dijeron esta semana que si Sterling seguía al mando del equipo cuando comience la temporada dentro de dos meses, ellos posiblemente hagan un boicot. Rivers ha sido particularmente vocal en su deseo de ser separado del equipo, y así se lo dejó saber al presidente interino Dick Parsons.

Pero toda esta situación requiere mucho más del resto de la liga. No de Silver, ya él hizo todo lo que pudo, pero del resto de los jugadores, no sólo de los Clippers, pero de los otros equipos.

En una liga cuyos protagonistas son, en su gran mayoría, miembros de una minoría, es imprescindible que haya unidad para lidiar con el prejuicio. Entendido, la agencia libre es importante, pero también es importante deshacerse de ejecutivos cuya mentalidad remonta al siglo XIX, y eso debe tener cierto nivel de prioridad.

Los jugadores, y los otros ejecutivos, no pueden permitir que Sterling tenga la más mínima opción de retomar el equipo.

¿Y qué exactamente es lo que deben hacer?

No sé, pero lo que sea, tiene que ir más allá de unos mensajes en Twitter.