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Las claves del favoritismo de River

BUENOS AIRES -- Cada vez que se acerca un Superclásico fluye en forma inmediata un lugar común: es un partido aparte. Quizás la idea en algún punto pueda ser cierta, pero también tiene una intención encubierta de liberarse de presiones. Los protagonistas no quieren hablar de favoritismo o validar con palabras el buen momento por el cual atraviesan. Como si una afirmación semejante pudiese tener una incidencia directa en el resultado.

En fin, cuestiones reñidas, quizás, con las cábalas, algo tan utilizado en el fútbol. Pero los observadores externos, y más los que tenemos la posibilidad de poder opinar, no debemos caer en esta telaraña. Debemos analizar. Acá van, entonces, algunos indicadores que, a priori, podrían llegar a marcar el favoritismo de River en el choque con Boca.

SU ELEVADA AUTOESTIMA

En una época el reproche para el Millo venía justamente por el opuesto a esta sentencia. Cada presentación era un enigma. Su funcionamiento dependía de la ciclotimia y de la forma en que los astros estaban alineados ese día. Lejos de confiar en sus fuerzas, lo azaroso se robaba el papel principal, Hoy esto se ha modificado. La cabeza de River funciona a la perfección.

El título conseguido en el semestre pasado y la confirmación de que no se trató de una casualidad, lo han colocado, desde lo mental, en una posición que hace años no tenía. Sabe que entra a la cancha con grandes posibilidades de quedarse con los tres puntos. Por eso, si los jugadores no sienten la presión de un partido de semejante magnitud, las chances de repetir lo que viene desarrollando en el torneo son realmente elevadas.

UN MONUMENTAL INEXPULGABLE
Jugar en casa dejó de ser una presión. En otros tiempos el apoyo de la gente se transformaba en una carga, ahora el hincha va a la cancha sabiendo que encontrará una respuesta desde adentro del campo. Por el lado del fútbol o si no, cuando el juego no aparece, desde la entrega. Los números así lo muestran.

Su estadio ya no es el lugar de gestas épicas para clubes que llegan maltrechos, pero soñando con el gran triunfo que les salve la temporada. Ahora los que pasan por Núñez ya toman otros recaudos. Esto no es casual, tiene como fundamento el notable funcionamiento del equipo.

UN ATAQUE PODEROSO
Encontrar en River una figura descollante decisiva e irremplazable, es difícil. Son muchos los futbolistas que tienen un nivel parejo. Esto, sumado a la vocación ofensiva que les ha inculcado Marcelo Gallardo, arroja como resultado la contundencia en el área rival. Y si bien aún no ha logrado un elevado porcentaje de aprovechamiento de las situaciones que genera, son muchas las posibilidades de gol con las que cuenta en cada partido.

Proyección por las bandas (con Sánchez y Mercado, por la derecha, y con Vangioni y Rojas, por la izquierda), un armador de juego (Leonardo Pisculichi) y dos hombres de punta que pueden moverse con acierto tanto adentro del área como afuera de ella (Mora y Teo Gutiérrez), configuran a un equipo con variantes. A las cuales les saca rédito y también las utiliza como arma para intimidar a los rivales.

UNA DEFENSA SÓLIDA
Más allá de lo narrado del potencial y la determinación que muestra en su ofensiva, River no es un equipo desbalanceado. Si bien por momentos padece atrás por buscar demasiado en su delantera, lejos está de tener un promedio de goles en contra que lo intranquilice. Por el contrario, en nueve jornadas disputadas le han convertido apenas cinco tantos.

La pérdida de Matías Kranevitter a causa de una lesión abrió el interrogante sobre qué podía suceder. Pues bien, Leonardo Ponzio ha suplido a ese hombre clave con mucha eficacia.

EL APOYO DE SU GENTE
Fue señalado líneas arriba, hoy River ya no padece por un Monumental colmado y ansioso. Ahora disfruta de eso. La maduración llegó por ambas partes y con la tranquilidad de haber dado una nueva vuelta olímpica. Después de muchos padecimientos, la gente va a la cancha a gozar del espectáculo. Intuyendo lo que puede suceder con el resultado, pero con la certeza de que el buen juego ya no es una casualidad.

La recurrencia en ese rubro le quitó el rótulo de fortuito al fútbol atildado y vistoso que despliega. Quizás por esto es que los hinchas hacen hincapié en el disfrute y lo colocan en el podio de lo que más les gusta de este River. Una revalidación de un paladar histórico en un momento que muchos ya lo daban como un lujo del pasado, como algo que jamás volvería.

Por todo esto es que el Millo puede ganarle a Boca. Y que nadie se horrorice por ese favoritismo que River ostenta a priori. Expresar esta idea no va a modificar nada el domingo. Imaginar algo así sería utilizar esos artilugios que tan mal le hicieron a la estética de nuestro fútbol.