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Un Clásico que se define por pasión...

Ronaldo y Messi se volverán a encontrar en una cancha en el marco del Clásico Español. Getty

En los 22 que saldrán a la cancha y aún en lo que se quedarán en el banquillo, sobra talento y capacidad futbolística. El Real Madrid y el Barcelona son dos grandes plantillas, profundas y ricas, con dos jugadores que además compiten por meterse entre los mejores de la historia. Pero lo que define el juego es otra cosa. El valor cuantitativo del encuentro no tiene que ver con tres puntos, con una posición en la tabla, tampoco con la capacidad física o técnica de los protagonistas. El Clásico se gana con temperamento y con el control exacto de las pulsaciones.

LOS ANGELES, CA -- Unos 600 millones de aficionados en el mundo. El juego más global de la historia, con dos de las plantillas más completas y más ricas que jamás se hayan podido presentar y con dos futbolistas que no sólo marcan diferencia en la cancha sino que establecen también una distancia con respecto a la historia.

¿Se puede, acaso, pedir más? Quizá sí. Puede que el peso y el premio más importante se refiera a la parte emocional del juego. El Real Madrid y el Barcelona están obligados, además de la gran calidad, de las condiciones físicas y técnicas que sostienen, de batirse a fondo, de no guardarse nada y dejar hasta la última gota de sudor en la cancha. Y ello, indudablemente, deberá darse de forma natural, como parte de la gran rivalidad que prevalece entre ambas instituciones futbolísticas y en la necesidad impetuosa de ganar el partido.

Los Clásicos involucran otra clase de condiciones y de escenarios y es previsible, que jugadores que no cuenten con los máximos reflectores terminen siendo fundamentales en la definición del juego. Uno esperaría que fueran Messi o Cristiano, o tal vez Benzema y Neymar los que salieran "en hombros" del partido, pero muchas veces, en esta clase de encuentros, las condiciones se prestan para que luzcan más Pepe, Pique, Arbeloa o quizá Alves.

Emocionalmente, los dos llegan en buena forma.

El Madrid ha tenido una semana de fortalecimiento en Liverpool por la Champions. Ganó en Anfield, una de las pocas canchas en el mundo donde no habría establecido condiciones de éxito. Tras un ligero trastabillo en el inicio de la temporada, su futbol hoy es pleno: ha acumulado talento en el medio campo --Kross, James, Modric, Isco-- y tiene futbolistas letales hacia el frente: Cristiano, Benzema y Gareth Bale (ausente por lesión en el partido de este sábado). El señor Ancelloti puede jugar de dos o varias maneras, prevaleciendo un 4-4-2 que le da un mayor manejo de las condiciones del juego y otra formación con tres delanteros --la llamaba BBC de Benzema, Bale y Cristiano-- que tarde que temprano resulta letal para cualquier defensiva.

Y el Barcelona también ha encontrado los modos para establecer finalmente la idea futbolística de Luis Enrique. Messi y Neymar están más enchufados que nunca. El medio campo logra la transición ofensiva maravillosa con Rakitic, Bousquets, Iniesta y Xavi. Y hacia atrás, donde acusó muchos problemas en el pasado reciente, las cosas se han dado de tal forma que hoy prevalece con una marca imbatida en ocho partidos de Liga. Por si fuera poco, tiene listo para presentar a un centro delantero que se cansó de hacer goles en la Liga inglesa y que le costó 80 millones de euros: Luis Suarez.

Es difícil, por no llamarle imposible, descifrar quien llega mejor al partido. Me parece que los dos están en un nivel óptimo y que al final, el Clásico, se definirá por temperamento y la capacidad de control mental. Quien se equivoque menos o quien controle mejor sus pulsaciones, saldrá victorioso del Bernabeu, en un partido cuyo costo en la tabla, en la estadística podría no significar mucho, pero cuyo valor en la autoestima y la pasión lo vale todo.

@Faitelson_ESPN