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River apeló a la actitud para compensar la merma física

BUENOS AIRES -- Llega un momento en el cual las piernas no dan más y hay que usar la cabeza. Porque todo lo que el cerebro ordena, el cuerpo lo cumple con reticencias. Conclusión, se debe dar un golpe de timón para seguir en competencia. Una ecuación tan obvia como inevitable.

A consecuencia de la seguidilla de partidos, River no llegaba al primer Superclásico semifinal en el marco de la Copa Sudamericana, con la misma condición de favorito que había ostentado en el campeonato local, por esto es que Marcelo Gallardo no lo dudó y modificó el esquema táctico: nada de salir a buscar y descompensarse, poca presión alta como para cuidar el físico, mucha actitud. Así fue como el Millo se calzó el overol y trabajó como nunca en el semestre un partido. Desde el sacrifico, desde la lucha, quizás resignando lo que era su valor agregado hasta el momento: el fútbol vistoso.

Un clásico y de Copa, imposible que no haya pierna fuerte, fricciones, discusiones, peleas. Hay mucho en juego como para no ponderar determinados aspectos que, aunque no vuelvan más bello el espectáculo, son condimentos típicos de un choque con tanta historia. La consecuencia lógica fue un cero a cero y un enfrentamiento con pocas llegadas de peligro en ambos arcos.

River sabía que la fase se dirime en 180 minutos y que le toca definir la historia en su casa, quizás por eso el esquema implementado por Gallardo. A esto hay que sumarle que Teo Gutiérrez y Carlos Sánchez venían de jugar con sus respectivas selecciones (con viajes incluidos) y que a último momento se le sumó la baja de Rodrigo Mora, por un virus intestinal.

Por todo lo narrado es que el semblante en el mundo riverplatense en el post partido de la Bombonera, reflejaba optimismo. Saben que en su casa todo puede cambiar y que allí saldrán a buscar el resultado con la vehemencia y la intensidad que River nos tiene acostumbrados.

Quizás fue la necesidad la que llevó al entrenador Millonario a arriar por unos días una de sus más preciadas banderas (la del buen fútbol). ¿Criticable? No, porque se trata de una llave eliminatoria que, además, tiene todos los condimentos negativos que ya fueron contados. Sí pasará a ser un error si decide aferrarse a ese sistema en la revancha, ahí Gallardo estaría tentando a la suerte casi de manera prepotente.

Si bien desde esta columna siempre ponderamos el juego vistoso y la entrega permanente, el fútbol tiene matices. Por eso pueden cambiarse sistemas sin ningún temor, el tema es que un buen resultado coyuntural no lleve a modificar una idea. Y todo invita a penar que con River esto no ocurrirá, que volverá a sus fuentes y dentro de siete días en el Monumental buscará regresar al sendero del toque, del fútbol de ataque, de presión, de desborde por las bandas, de voracidad ofensiva. Si esto sucede estará refrendando una idea inteligente. De lo contrario, entraría en una mezquina vorágine que podría dejarlo con las manos vacías.