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Es un gran primer paso, pero falta

ORLANDO -- Los presidentes Barack Obama, de Estados Unidos, y Raúl Castro, de Cuba, anunciaron el miércoles el inicio de una nueva era en las relaciones diplomáticas entre el país más poderoso del mundo y la más grande y poblada de la isla de las Antillas del mar Caribe.
Ambos mandatarios señalaron el final de décadas de hostilidades, con el restablecimiento de relaciones diplomáticas y la apertura de intercambio comercial entre sus países.

"El acuerdo abrirá un nuevo capítulo entre las naciones de América", dijo Obama en discurso televisado.

Mientras el paso del miércoles es grande e importante, no necesariamente significa que impactará en lo inmediato la política de contratación de peloteros cubanos para las Grandes Ligas de Estados Unidos. Aún hay muchas cosas por hacer.

El principal escollo que impide que los clubes estadounidenses firmen peloteros cubanos sin restricciones, como hacen en República Dominicana o Venezuela, por ejemplo, es el embargo económico norteamericano contra la isla, vigente desde hace 54 años y dos meses, en represalia a las expropiaciones del gobierno comunista a propiedades de empresas y ciudadanos de Estados Unidos luego del triunfo de la revolución de Fidel Castro en el Año Nuevo de 1959.

Mientras exista el bloqueo económico, básicamente es ilegal que una empresa de Estados Unidos vaya a Cuba y contrate un trabajador o invierta en bienes y servicios, salvo algunas excepciones actuales y otras nuevas que entrarán en vigencia con el nuevo acuerdo. Con las reglas actuales, para un pelotero cubano jugar en Grandes Ligas debe abandonar su país y establecerse en Estados Unidos o una tercera nación.

Mientras el modelo actual es inhumano para el pelotero, por muchas razones, también es poco práctico para los equipos, que deben pagar precios excesivos debido a la gran cantidad de elementos que intervienen en la firma de un pelotero cubano. Peor aún, Cuba tampoco se beneficia económicamente de la firma de sus mejores estrellas para jugar en las ligas mayores, sino que todo lo contrario, es afectada notablemente su selección nacional, el mayor motivo de orgullo para los habitantes de la isla.

Mientras los peloteros dominicanos y venezolanos pueden ir a las Grandes Ligas, generar millones de dólares en salarios y regresar a sus países, compartir con sus familiares y ayudar a sus cercanos, los cubanos están obligados a dejar su país como si fuera criminales, casi siempre arriesgando todo, incluso la vida.

Es el final del embargo económico, no la apertura de embajadas de Estados Unidos en Cuba, lo que realmente cambiará la forma en que los peloteros cubanos llegan a las ligas mayores. Y lo sabe la oficina del comisionado de Grandes Ligas, que reaccionó con cautela ante el anuncio de los presidentes Obama y Castro.

Sin embargo, hay muchas razones para creer que el anuncio del miércoles será el detonador para el inicio de una nueva era entre Cuba y Estados Unidos y por ende, el fin del embargo económico, que cambiará por completo la captación de talento extranjero en Grandes Ligas.