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Nápoli "supercopado"

BUENOS AIRES -- En la capital de Qatar, Doha, se disputó la Supercopa Italiana, competición que enfrenta en partido único al ganador del Scudetto, en este caso Juventus, y al vencedor de la Copa Italia, en la ocasión Napoli.

Fue justamente el Burro Celeste que se quedó con el trofeo, al cabo de 120 minutos (fueron necesarios los alargues) realmente apasionantes y emotivos, gracias a su mejor puntería en la definición por penales, en la que se debieron ejecutar 18 remates y que Nápoli ganó por 6-5.

En suma, una gran final, que bien pudo ser de una supercopa argentina, puesto que los cuatros goles del 2-2 final fueron anotados por dos jugadores de la celeste y blanca, Carlos Tévez y Gonzalo Higuaín, autores de sendos dobletes.

Grande fue la fiesta de los ganadores, que cierran el 2014 con dos títulos y la sensación de poderle jugar de igual a igual a cualquiera. En efecto, ya desde la previa los analistas coincidían en algo: sin dudas, Juventus es hoy por hoy superior a Napoli, pero en un partido seco la banda de Allegri no podría haber encontrado peor rival, porque Rafa Benítez es un verdadero especialista en ese tipo de definiciones.

La Vecchia Signora, probablemente, pagó el desgaste de una primera fase de temporada realmente cansadora, con muchos partidos disputados y algunos de ellos, como los dobles encuentros de Champions ante Atlético de Madrid y Olympiakos, que tuvieron la exigencia de verdaderas finales.

A lo largo de los 120 minutos del partido, Juventus dejó una mejor impresión. En efecto, se puso en ventaja enseguida, con un gol de rapiña de Tevez, sin dudas su mejor jugador, y pareció poder controlar, si bien con algunos inevitables sobresaltos, la reacción de Napoli.

El punto de inflexión llegó posiblemente al minuto 67, cuando Allegri decidió sacarlo a Pirlo, que luego de una buena primera etapa había desaparecido en el complemento, para remplazarlo con Pereyra.

Cambio discutible, no tanto por los nombres de los involucrados cuanto porque implicó una rotación de casi todas las posiciones en el medio, con Marchisio que pasó a jugar de "cinco", Vidal (había comenzado como enganche) que retrocedió al puesto de medio interno por derecha y Pereyra que tomó su lugar detrás de los delanteros.

Probablemente, hubiera sido más simple y más correcto sacarlo a Vidal, que tampoco estaba jugando un buen partido. Casualidad o causalidad, un minuto más tarde llegó el empate de Higuaín, justo por la vía que parecía menos probable, un cabezazo certero del centrodelantero luego del desborde por izquierda y el centro de De Guzman.

Luego del empate, Juventus volvió a tomar la iniciativa y los 90 reglamentarios se terminaron con Nápoli "pidiendo la hora". Mismo panorama en los alargues, hasta que Juventus, al comienzo del segundo período de prorroga, volvió a adelantarse, con una verdadera joyita de Tevez.

Parecía asunto terminado, porque la Madama dominaba a sus anchas, pero el cansancio a veces nubla las ideas y, de una increíble pelota perdida, llegó el empate, a tan sólo dos minutos del final, de Higuaín, que desde el piso empujó el balón adentro.

La definición por penales fue, si posible, aún más emotiva: luego de los errores iniciales de Jorginho (atajado) y de Tevez (palo), todos anotaron y la primera tanda de cinco terminó 4 iguales.

Gargano y Bonucci acertaron, luego erró Mertens (atajado), pero Chiellini desperdició el "match point", exaltando al arquero Rafael. También Callejón erró, pero increíblemente Pereyra otra vez volvió inútil la hazaña de Buffón, pateando afuera. En el noveno penal, Koulibaly acertó pero Padoín se dejó hipnotizar por Rafael, desatando el festejo celeste.

En suma, un partido muy emotivo que se le escapó de manera increíble a Juventus, que logró ser superior en por lo menos 100 de los 120 minutos jugados y que, sin embargo, no pudo defender las diferentes ventajas conseguidas.

Justamente por eso, sería absurdo caerle al entrenador Maximiliano Allegri, porque el partido estuvo bien planteado desde lo táctico. Simplemente, al final ganó quien tuvo más frialdad y, por cierto, también una pizca (abundante) de suerte.