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Chivas saca empate pobre y envenenado

Mexsport

LOS ÁNGELES -- Chivas saca un resultado envenenado de la Copa Mx. Un empate impostor. Una igualada capciosa.

1. 2-2 con Dorados de Sinaloa, pero en el Estadio OmniLife, al que las malas lenguas han vuelto a llamar ZombiLife.

2. De nuevo con la receta del partido ante Pumas: un gol legítimo es anulado por Erim Ramírez a los Dorados.

3. Y con el mismo artilugio que ante Pumas: una expulsión improcedente a Rosas, cuando Dorados manejaba el encuentro.

4. Y el empate lo saca en la agonía, sobre un adversario de la Liga de Ascenso, con un hombre menos.

Y el festejo del empate, en la banca de Chivas y entre los jugadores es como si hubieran evitado el descenso, cuando este accidental y accidentado empate cotiza sólo en la Copa, mientras el peligro acosa al Guadalajara en la Liga.

De nuevo Chivas sufre. De nada le sirvió tener la ventaja en el marcador por un gol anecdótico, casi de Récord Guinness por parte de un Aldo de Nigris, que podrá vivir otros 10 meses en la generosa nómina, sin volver a anotar.

Dorados se fue arriba con un penalti cobrado por Enríquez y un gol de Angulo, quien entre cuatro adversarios se pasea, caracolea, humilla y define. Pudo haber un tercero, ese que anula sospechosamente Ramírez, y que encima fue precedido en esa misma jugada de dos claros penaltis que deberían haber implicado tarjeta roja.

Pero aun así, con todos los detrimentos mencionados para un empate pichicato, vergonzoso, inmerecido, ante 10 hombres, incluso así, el estruendoso festejo, el estentóreo alarido de alivio, el retumbante gozo de Chivas, hace aún más deplorable y desolador ese chillido de euforia rojiblanco.

Chivas no mejoró. No sólo en lo mostrado ante Pumas, sino que ni siquiera ante un adversario de la Liga de Ascenso y en su propio terreno, a pesar de la abnegada presencia de cientos de aficionados que creían que al menos habría para brindar en la Copa.

Sin embargo, molestos, iracundos, esos centenares de seguidores despidieron con silbidos, abucheos e insultos a la plantilla y al mismo Chepo de la Torre. No toda la afición rojiblanca permite que le den atolazos con el dedo.

Tal vez el momento más penoso para el Guadalajara es cuando recibe el 2-1, pues con cuatro jugadores en la marca, todos a distancia y en condiciones de hacer algo más que contemplar y apenas reaccionar, dejaron que el ecuatoriano Angulo maniobrara y definiera.

Fueron evidentes la desatención, el desdén, la desidia y el desinterés de los jugadores de Chivas ante el riesgo. Y ese ha sido un síndrome de suicidio que viene acompañando a su cuadro bajo.

Al final, los jugadores del Rebaño y su cuerpo técnico encomiaron la entrega para rescatar el empate.

Por eso, en el arranque de este blog me atrevía a eso, a llamar éste un empate envenenado, impostor, capcioso, que permitirá a muchos abotagarse de autoengaño.