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Piojo Herrera sueña con la Copa prohibida

LOS ÁNGELES -- Miguel Herrera sabe el riesgo. Y le gusta jugar con él. Le pone alas a las ilusiones propias -y ajenas- más que a las posibilidades reales. No lastima levantar utopías. Lastima sólo, acaso, cuando el sentido común se ve desbocado.

El Piojo habla de jugar la Final de la Copa América. Suena descabellado, pero no imposible. Al final, en su momento, México ha irrumpido en ese escenario y no fue indecorosa la comparecencia, sino respetable su rendimiento ante Argentina y Colombia.

Recordemos la edición de la Copa América anterior. En Argentina, el anfitrión quedó eliminado y Brasil se tropezó en el camino.

Y recordemos: tres de los cuatro semifinalistas en Argentina, no clasificaron a la Copa del Mundo: Paraguay, Venezuela y Perú.

Y recordemos, el campeón de la Copa América de 2011, Uruguay, llegó al Mundial de Brasil por la lamentable aduana del repechaje.

Está deberá ser más competida. Colombia y Ecuador presentarán una selección con notables figuras, de cotización internacional, en especial los cafeteros de José Pékerman.

Brasil llega herido, humillado y ansioso de reivindicarse, mientras que Argentina sigue presentando a un aparato ofensivo con más de 120 goles en Europa durante 2014, en tanto que Uruguay, se sabe, a esa indeclinable garra se le agrega una generación de futbolistas ansiosa de encontrar un guía genuino dentro y fuera de la cancha, que lamentablemente sólo puede ser Luis Suárez.

México tiene a su favor la única ventaja probable: su preparación. Carente de figuras superlativas, su posibilidad real se remite y se limita estrictamente a la capacidad de mostrar juego de conjunto.

De eso se encarga Miguel Herrera y ha demostrado que puede encargarse muy bien. Porque además, como otra ventaja, es que puede contar con anticipación y sin riesgo de lesiones ni de objeciones de los clubes con su bandada de jugadores en Europa, toda vez que, principalmente, la mayoría goza de becas generosas en las bancas de sus equipo.

Sin embargo, y en ello radica la principal osadía de El Piojo, intentando esta odisea de llegar a la Final de la Copa América, sabe que no puede disponer de su mejor 11 con la mezcla de europeos y mexicanos para la competencia estelar de selecciones de Sudamérica.

Su cometido es la Copa Oro. Ganarla. No hay opciones. Porque es la única manera de que en octubre dispute con EEUU el derecho final a la Copa Confederaciones de Rusia 2017.

Son los contrasentidos fascinantes de la única selección nacional que se da el lujo de tener roce en dos vecindarios distintos: la Concacaf y la Conmebol.

Futbolística y competitivamente, la Copa América es la más seductora, pero, la urgencia, la importancia está centrada estrictamente en la Copa Oro. La primera le puede representar roce y glamour, pero la segunda implica la obligatoriedad absoluta de ganarla

¿Con Jonathan, Diego Reyes, Raúl Jiménez, Javier Aquino, Tecatito Corona y una base de mexicanos, le alcanzará para ir sorteando las aduanas hasta la final en el Estadio Nacional de Santiago de Chile?

Miguel Herrera sabe que tiene una gran ventaja: sus adversarios más importantes llegarán con sus estrellas europeas sobrecargadas, mientras que él con su base mexicana y sus casi turistas en el Viejo Mundo llegarán recargados.

Las vacaciones que rige FIFA, que vigilan detalladamente se cumplan los clubes europeos, condicionan el trabajo uniforme y completo para las selecciones sudamericanas, muchas de las cuales van encontrando su mejor ritmo e integración al paso de los encuentros, pero hasta la logística preparada para la Copa América 2011 les estalló de manera penosa a América y Brasil.

Al menos Miguel Herrera toma el riesgo queriendo llevar a México a Chile, pero cargando al final con un México B, que será difícil integrar.

Y a sabiendas que la obligación está por encima de las ilusiones.

Lo urgente, lo sabe Herrera, siempre estará por encima de lo importante.