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La revolución de Bud Selig

El saliente comisionado de MLB apoyó a la minorías e internacionalizó el béisbol. Elsa/Getty Images

Llegó finalmente el día del adiós para Bud Selig. Tras casi 23 años al frente de las Grandes Ligas, le pasa el testigo a Rob Manfred y deja tras de sí un legado de crecimiento para las minorías, principalmente los latinos.

Cuando Selig asumió de manera interina como comisionado de la MLB en 1992, todavía algunos equipos preferían armarse exclusivamente con el talento local, mientras que otras franquicias apenas contaban con dos o tres latinos, principalmente puertorriqueños, dominicanos o venezolanos.

El gran boom de los peloteros hispanos se desató en la década de los 90, en parte por los planes de internacionalización del béisbol encabezados por el comisionado. La minoría se convirtió prácticamente en mayoría.

Hoy no hay equipo que pueda prescindir de los hispanos e incluso, varios de ellos figuran entre los peloteros mejor pagados de la historia.

Nueve peloteros han firmado pactos por más de 200 millones de dólares y ocho de ellos pertenecen a minorías étnicas o raciales.

Giancarlo Stanton tiene raíces africanas y boricuas, Alex Rodríguez, Miguel Cabrera, Albert Pujols y Robinson Canó son latinos. Prince Fielder es de raza negra, Joey Votto es extranjero también, nacido en Canadá y Clayton Kershaw es judío americano.

Pero no solo latinos llegaron en masa. También vino un contingente japonés encabezado por Hideo Nomo en 1995 y que ha tenido en Ichiro Suzuki a su principal exponente.

Antes de Nomo, solo Masanori Murakami, en 1964, había venido desde Japón a las Mayores.
Aterrizaron además en la era Selig 29 representantes de Australia y en menor medida, de Curazao, Aruba, Holanda, Sudcorea, Taiwán y hasta del futbolístico Brasil.

En su etapa como comisionado se concretó un sueño acariciado por décadas por los fanáticos de todo el planeta, al surgir el Clásico Mundial, que ya ha realizado tres ediciones.

Un evento todavía muy mejorable, el Clásico ha echado ya raíces como la opción más genuina para buscar al verdadero campeón mundial.

Pero no todo fue color de rosa durante el reinado de Selig en lo que a minorías e internacionalización se refiere.

Él debió corregir un error cometido por su predecedor Fay Vincent en 1990, al incluir a los peloteros de Puerto Rico en el draft amateur, una medida cuyas consecuencias se han visto 25 años más tarde y que ha puesto en crisis el béisbol en la Isla del Encanto.

Y esa debía ser una de las prioridades del nuevo mandamás Manfred, pues un béisbol boricua fuerte redunda positivamente, tanto en las Grandes Ligas, como en el concierto internacional.

El comisionado que acaba de dejar las riendas también instituyó en 1997 el Día de Jackie Robinson, en el 50 aniversario de que se quebrara la barrera racial y retiró su número 42 de todos los equipos, en homenaje al primer pelotero negro en las Mayores.

Sin embargo, los afroamericanos se han apartado del béisbol y cada vez son menos los que se interesan por el deporte de las bolas y los strikes.

La internacionalización del béisbol ha provocado una competencia mucho más fuerte, donde incluso, pueden pasar años para que un pelotero llegue a subir a las Grandes Ligas o quedarse para siempre en las Menores.

Entonces muchos atletas afroamericanos, con habilidades para otras disciplinas, han preferido emigrar hacia la NBA o la NFL, donde no tienen tanta oposición foránea y además, al ser escogidos en el reclutamiento, ya están prácticamente jugando de inmediato al máximo nivel de esos deportes.

Le toca entonces a Manfred desarrollar programas intensivos para recuperar ese vínculo a beneficio de una de las principales minorías del país.