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Con la guardia en alto...

Mexsport

Con 52 años de edad, a punto de cumplir cuatro alejado de los vicios, Julio César Chávez parece vivir, finalmente, en la tranquilidad y en la felicidad que tanto anhelaba en sus días de gloria boxística. Culiacán, su tierra, su casa, se rendirá este jueves con un homenaje que concluirá con la develación de una estatua en su honor...

CULIACÁN, México.- Algunos años más tarde, estoy de vuelta por estas tierras, una ciudad que para mi significó siempre un alud de contrastes: Desde aquellos masivos desfiles, los regresos triunfales de Las Vegas, con la gente en la calle aclamando al campeón y hasta las jornadas obscuras, vacías, matizadas por los escándalos, los excesos y una turbulenta vida alrededor del ring.

La campana del round 12 ha sonado y como aquella famosa frase que lo acompañaban en sus días de gloria: "¡Hay campeón pa' rato!".

"Como Rocky en Filadelfia", me dice, sonriente, antes de agregar con su siempre excelente sentido del humor: "Ya hay un sitio donde la gente puede venir y mentarme la madre sin problemas... Je, je, je...".

Junto a la imponente estatua que hoy será develada en el Parque Revolución, se le ve contento, pleno, gozando de lo que en algún momento de su carrera y de su vida parecía imposible de lograr: la calma y la felicidad plena.

Julio Cesar Chávez González, el mejor boxeador mexicano que ha existido jamás, uno de los grandes deportistas de todos los tiempos y una figura mexicana que podríamos elevar a los niveles legendarios de personajes como Pedro Infante, Mario Moreno 'Cantinflas', Jorge Negrete, Agustín Lara o quizá Roberto Gómez Bolaños, ha vuelto a la vida, casi milagrosamente.

"Voy a cumplir cuatro años sin una gota de alcohol y nada de drogas", cuenta orgulloso. "Llegué hasta el fondo. Estuve cerca de no contarlo, pero hoy estoy feliz, con mi familia, mis hijos, mi nieta y mis amigos. Tengo 52 años, pero me siento como de 30".

Vive en Tijuana, pasa parte del tiempo en Culiacán, donde esta misma tarde convertirá aquella enorme mansión donde solía vivir en sus días de boxeador en una clínica de rehabilitación para enfermos de adicciones. Será la segunda clínica (la primera está en Tijuana) que ha abierto en los últimos meses. Viaja mucho a Los Angeles para estar cerca de su hijo Julio y de su nieta Julia. Trabaja como comentarista en TV Azteca en las transmisiones de boxeo de cada sábado y es parte del equipo de ESPN en el programa semanal especializado en boxeo de A Los Golpes. ¿Dinero? Despilfarró mucho, le robaron otro buen porcentaje, pero Julio nunca necesitó de demasiado para estar contento. Los Ferraris, las joyas, los yates, los lujos existían porque había dinero para eso, pero nunca fueron una necesidad. "Tengo el dinero necesario para vivir. No necesito más".

La lucha no ha terminado. Un enfermo en adicciones no deja de serlo jamás. Combate la ansiedad con ejercicio, toma café y fuma de vez en cuando. "Tengo la guardia arriba", dice Julio. "En el boxeo y en la vida, nunca puedes bajar la guardia...".

@Faitelson_ESPN