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Cruz Azul hace soñar... como durante 17 años

LOS ÁNGELES -- Cruz Azul convoca ilusiones. Pero invoca también sus fantasmas. Su afición sabe que las veladoras vigorosas pueden, porque ha pasado, revertirse en cirios fatalistas.

Juega con éxito a la ruleta rusa. Con cinco goles suma 14 puntos. Líder y apenas ve vencida su meta en el 1-2 exterminando Gallos en La Corregidora.

Diecisiete años de sequía amargan, más aún, provocan escalofríos y desazón, cuando en dos torneos recientes, pierde la Final ante América y después, en su mejor reparto, como líder general es aniquilado por un León ungido de Liguilla por el capricho veleidoso de una carambola.

Su feligresía lo sabe y lo sabe de manera dolorosa, con cicatrices: el zapotazo desde las nubes es desolador.

Pero esta Máquina juega al misterio. Tiene un arma más, reliquia casi, pero letal siempre, en conserva: Roque Santa Cruz ya cortará cartucho ante Chivas.

Pero a Cruz Azul parece sentarle bien la catarsis trágica del segundo semestre de 2014. Patético su Apertura 2014 e indecoroso el Mundial de Clubes.

Hecho cenizas, sabía que sólo podía rebelarse y revelarse como Ave Fénix. Lo hace. Y con jugadores de tremendo carácter, espartanos redimidos, se reconstruye. Las piernas y los pulmones de sus sabios se reciclaron. Chaco Giménez y Gerardo Torrado beben y brindan con José Alfredo Jiménez, y sacan juventud de su pasado.

Y agrada La Máquina. En esfuerzo y trama táctico, en enjundia y estrategia. Promete sí, pero como tantas otras veces en 17 años. Sin embargo, esta vez, para varios de sus jugadores queda claro que no quedar campeones implica retiro y exilio con regusto amargo.

Cierto, ese 1-2 en Querétaro lo bordó con penaltis, uno cuestionable. Pero forzado a salir de su esquema contraído y contrahecho, terminó además por generar más oportunidades de gol que en los cinco encuentros anteriores.

Claro, no se puede ser tan indulgente como para ignorar que el rival jugó con 10 gladiadores y una estatua. Querétaro dispone de nueve jugadores de campo con una devoción suprema para, todos juntos, permitir que Ronaldinho merodee y deambule por la cancha y se convierta en un despojable del balón , fácilmente, por el adversario.

Era casi ridículo que el Cata Domínguez, por ejemplo, cuando el brasileño se extraviaba por su zona, le diera hasta metros de distancia. Hasta el Cata es Usain Bolt para anticipar a Dinho. Ver al alguna vez deslumbrante 10 brasileño hace recordar a un monumento con vocación de mausoleo. Bien dice el escritor colombiano Fernando Vallejo: "La gloria es una estatua en la que cagan las palomas".

Y confrontado ante 10 queretanos, porque hasta el arquero Volpi debe recorrer más metros que Ronaldinho, el Cruz Azul encontró calma relativa, tras la expulsión sospechosa de un Danilinho que evita el viaje a Monterrey, donde sus tropelías amorosas, mientras jugaba con Tigres, no se olvidan.

Con Chivas en el horizonte, desde el faro magnífico del liderato general, en este momento, Cruz Azul aviva con frenesí las veladoras de esa afición hambrienta de título de Liga, pero su congregación, dolosa y celeste, sabe que deben tener, en la otra mano, los cirios listos, esos mismos que han encendido recurrentemente por 17 años.