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River: enderezar el rumbo para volver a ser

BUENOS AIRES -- En la búsqueda de encontrar una regularidad futbolística, River continúa atravesando por demasiados vaivenes, con profundos picos de rendimiento. Elevados en algunos casos y muy bajos en otros. Tal el caso del partido con Quilmes.

Allí el equipo de Marcelo Gallardo tocó un indeseado fondo. El entrenador suele definir con el término "frescura" a los momentos en los cuales logra plasmar la idea futbolística que él pretende para el Millonario. Pues bien, desde hace ya hace bastantes fechas que no encuentra colocar esa palabra en plenitud para graficar lo hecho en un cotejo determinado.

Este indicador, para nada positivo, habla de una merma de funcionamiento. La pretemporada había sido de búsqueda en ese aspecto y en muchos casos resultó infructuosa. Sin embargo, la Recopa obtenida ante San Lorenzo y la victoria en Junín, ante Sarmiento, en el debut del torneo, mitigaron en parte esa idea de que River no lograba encontrar el funcionamiento que había tenido en el comienzo del semestre pasado. El domingo, Gallardo fue bien claro: "fue el peor partido desde que estoy al frente del equipo".

Existen algunos atenuantes que sirven para comprender el por qué de tan bajo funcionamiento. Uno de ellos está vinculado a las secuelas del desgastante viaje a la altura de Oruro. Con todos los contratiempos que genera jugar a poco más de 3.700 metros.

Pero también hubo otro inconveniente, aunque en este caso por algo interno. El campo de juego del estadio Monumental está muy deteriorado a causa de un tratamiento que le hicieron al césped y que no funcionó. Esto, para un equipo que intenta desplegar un fútbol como el que propone Gallardo, es un condicionante real y concreto.

Ahora bien, ¿por todo lo narrado es que perdió dos puntos contra Quilmes? En absoluto, son sólo un par de cosas que inciden, pero de ninguna forma son datos excluyentes. La realidad es que River no viene jugando en un gran nivel y tampoco está encontrando en sus individualidades un sostén a ese bajón.

Quizá el hombre que no aparece y al cual está extrañando sobremanera es Leonardo Pisculichi. Decisivo en la campaña anterior con sus habilitaciones, sus goles y sus intervenciones en la pelota parada, pero intrascendente en lo que va del año. Ausente dentro del campo. Y en el caso del choque con Quilmes hay que incluir en ese mal rendimiento a toda la defensa, sin excluir a Marcelo Barovero. Hicieron uno de esos partidos donde todo sale mal. Tanto fue así que, en su propia casa, estuvo dos veces en ventaja y en ambas ocasiones no logró sostener la diferencia.

¿Es preocupante lo que le sucede a River? No al punto de pensar en una crisis, pero sí deberá trabajar mucho para encontrar regularidad, para recuperar la confiabilidad, algo que, en este inicio de temporada, no está sucediendo.

Tiene material, capacidad e historia como para encarrilar este presente, que no es el apocalipsis, pero sí se encuentra inmerso en una incertidumbre que parecía privativa de otros tiempos.

El desafío de lo que se viene para técnico y jugadores es claro: enderezar el rumbo para volver a ser....