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Atlas y Boy, atrapados bajo tolerancia cero

Getty/Mexsport

LOS ÁNGELES -- "El miércoles sabré si me equivoqué", dijo Tomás Boy el sábado tras la derrota ante Veracruz.

Hoy ya lo sabe: se equivocó. Perdió en la Liga ante Veracruz y perdió en la Copa Libertadores ante Colo Colo. Y además perdió jugadores clave para su siguiente desafío: Castillo y Kannemann suspendidos ante el mismo Cacique en el Jalisco.

¿Hasta dónde Boy muere víctima de su osadía? ¿Hasta dónde los jugadores son aún más responsables que el entrenador?

El técnico del Atlas, en esos altibajos de su carrera, de sus equipos y de sus decisiones, se reconcilió tras las victorias sobre Santos y sobre Mineiro, ambas de visitante. Y encontró un momento propicio para arriesgar.

Tomás Boy quiso encontrar un método para sufragar esa incapacidad evidente de los equipos mexicanos para sortear dos torneos simultáneos, y dejó a ocho titulares en Sudamérica.

Además, el mismo Boy sabe que en la volubilidad del sistema del torneo mexicano podría empeñar el resultado ante Veracruz y con un par de resultados favorables, mantenerse en zona de Liguilla.

Hay una gran diferencia entre tomar decisiones demenciales y tomar decisiones arriesgadas. La de Boy es más arriesgada que demencial. Él pagará el precio de su audacia.

Por otro lado, la estrategia tuvo frutos 45 minutos. ¿Keno?, ¿Millar?, ¿Caballero?, ¿Castillo? Sus errores pesaron en el marcador. La pusilanimidad del brasileño, la indolencia del chileno y la falta de contundencia del paraguayo, en el primer tiempo, terminaron encontrando errores letales en las desatenciones de Castillo.

Es evidente que Boy organizó la mejor forma de encarar a Colo Colo, por eso su equipo disfrutó de control y oportunidades en gran parte del primer tiempo.

Pero, siempre el pero, sí era lamentable ver a Keno jugar hasta con temor y sus ensayos de disparos fallidos de larga distancia eran reflejo de su renuncia asustadiza a atreverse a más. La única vez que necesitó ir sobre Beausejour puso en evidencia sus piernas cansadas.

Cuando Aldo Leao entró a la cancha, en una decisión tardía, total responsabilidad de Boy, para el colombiano era cuesta arriba, con el marcador en contray pronto con un hombre menos en la cancha.

Es decir, el recurso de Boy dio a sus jugadores elementos para ganar el juego, pero cómo anticiparía él que Keno desperdició dos posibilidades de entregar en solitario el balón a Ponchito González y a Caballero en lugar de arruinar con egoísmo sus jugadas.

Ahora Atlas vuelve a estar en condiciones inestables en ambos torneos. La Liga puede recuperarse con rivales inmediatos en crisis como Cruz Azul, Querétaro y Monterrey, pero en la Libertadores jugará bajo tolerancia cero.

En el mundo promiscuo de los hubiera, ese pantano fascinante de las especulaciones, es imposible saber si con el plantel completo Atlas habría vencido a Veracruz, y si con el rodaje de trabajo colectivo y no con ocho en el limbo, el rendimiento hubiera sido mejor ante Colo Colo. Enredarse en suposiciones son calenturas ociosas.

La mejor lección para Boy es entender su plantel. Saber que está corto su arsenal. Corto de calidad y de combatividad. Y que deberá empezar ya a escuchar las sugerencias -u órdenes- sobre si a sus directivos les interesa más la Liga o la Copa.

Merece un aplauso su atrevimiento de ensayar una fórmula que no funcionó al final, pero ya le queda poco margen para equivocarse.

Pronto llegará el momento de empeñar una de las competencias o empeñar y empañar la estabilidad de su cabeza.