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Cómo hacer para explicar lo inexplicable...que es River

BUENOS AIRES -- "Cómo hacer para explicar lo inexplicable", se preguntó Marcelo Gallardo en conferencia de prensa después del empate ante Juan Aurich. Y si bien la respuesta tiene una alta dosis de veracidad, porque River terminó llevándose un punto con sabor a nada después de haber tenido más de diez chances claras de convertir, tampoco debe soslayar el entrenador que ser recurrente en este tipo de cuestiones deja de poner al problema en el rincón de lo azaroso.

Es mucho más que algo fortuito. Dilapidar ocasiones de peligro ante el arco rival en forma recurrente tiene que ver con una falencia severa, con verse desbordados por la ansiedad, superados por la responsabilidad u otros temas.

Claro, usted dirá "cómo un equipo que fue campeón en el año que pasó puede padecer de esta patología". Pues bien, se sabe que el fútbol son momentos, y los jugadores de River no están atravesando por el mejor presente.

La merma en el nivel de piezas clave para el esquema que pretende imponer el técnico es notoria. Teo ya no mete todo como lo hacía hace apuenas unos meses; Pisculichi no le encuentra la vuelta a su fútbol; Kranevitter no es el patrón de la mitad de la cancha; la defensa ya no se destaca más por su solidez; Rojas hace rato que no es el motor del equipo y así podemos analizar cada costado del equipo que vamos a encontrar fisuras. Con el componente anímico negativo que esto conlleva.

Como señalamos en anteriores entregas, muchos se animan a "mojarle la oreja" a River, hasta con la idea de hacer historia. Juan Aurich fue al Monumental siendo consciente de sus limitaciones, con la idea de defenderse y llevarse algo. Y vaya que alcanzó su objetivo, porque ese punto que arañó, jugando claramente peor que su oponente, podría ser el que mañana le otorgue la soñada clasificación a los octavos de final.

Como contrapunto obvio, el empate, entonces, le genera un importante dolor de cabeza a Gallardo y pone a su equipo contra las cuerdas, obligándolo a ganar lo que queda y mirando (casi con una mueca de ruego) lo que va sucediendo con sus rivales del Grupo. ¿Qué le pasa a Teo, que desperdicia ocasiones muy claras? ¿Qué sucede con Mora, que un día marca de a dos y de repente se le moja la pólvora? Hoy los interrogantes y las dudas han tomado un protagonismo impensado. Las soluciones todos parecemos tenerlas, pero la cabeza de grupo (el DT) no le encuentra la vuelta. ¿Será hora de meter mano y realizar cambios?

Gallardo es un agradecido a este plantel, pero aquí los laureles se validan a cada minuto, y un jugador cuando no está funcionando bien quizás encuentre su motivación sentado en el banco junto a los suplentes. Esto debería caberle a cualquiera. Habrá que ver si es la idea del Muñeco.

Por ahora lo único concreto es que añora aquellos bellos tiempos donde todo lo que tocaba se convertía en oro. Camina sobre barro y con lo compleja que está la clasificación en la Libertadores, ese lodo podría transformarse en una arena movediza que se trague todo...