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River debe ponerse fino en ataque

BUENOS AIRES -- Parece que si no es sufriendo no vale. Casi como una consigna indeseada, River se está acostumbrando a transpirar más de la cuenta para quedarse con un resultado positivo. Y más allá de que en el fútbol las cosas casi siempre se dan por una concatenación de circunstancias, en el diagnóstico actual del Millo su propia impericia para definir figura como la causa más notoria de sus padecimientos.

Le ha pasado en partidos que iba ganando, no supo cerrar y le empataron (como ante Unión que ganaba 2 a 0 y le igualaron, y lo propio le sucedió con Juan Aurich) o como le ocurrió el domingo en el bosque platense, donde en un escenario que le estaba siendo muy favorable, Gimnasia le remontó una diferencia de dos goles y debió aparecer el oportunismo de Rodrigo Mora sobre el final para sellar una victoria que parecía perdida.

River genera mucho y convierte poco. Aquí vale citar la palabra del propio entrenador, Marcelo Gallardo, quien destacó que en el semestre pasado la ecuación que se daba era inversa, porque usufructuaban casi todo lo que creaban y de esa forma cerraban los cotejos con excesiva facilidad. Hoy le ocurre lo opuesto y es ahí donde el técnico pone el ojo, en mejorar ese rubro. El cual puede perfeccionarse con el trabajo, pero no se puede soslayar que es casi imposible en una práctica recrear en forma fehaciente situaciones de estrés, ansiedad, presión y hasta temor que aparece en un partido.

Por eso, más allá de que lo entrenen, a la hora de la verdad la cabeza les está mandando las órdenes equivocadas. Ese es el punto más negativo de un equipo que está a tiro de la punta. Pero existe otra arista antagónica que merece ser destacada. La referencia en este caso es para la versatilidad que está consiguiendo.

River puede ponerse diferentes trajes y con casi todos logra buenas actuaciones. Puede jugar con tres o cuatro en el fondo; con uno, dos y hasta tres puntas; con uno o dos armadores, en fin, ha incorporado varios sistemas tácticos que lo enriquecen como equipo, pero, a la vez, hacen que sus rivales no le tomen la mano tan rápidamente. Corrigiendo, de esta forma, algo que sí sufrió en el otro campeonato, eso de que los oponentes le fueron encontrando los anticuerpos a la forma de jugar del Millo conforme transcurrían las fechas.

Hoy tiene a mano un abanico más amplio de opciones. Ahora, así como en el campeonato fue encarrilando la marcha, tiene como consigna impostergable lograr hacer lo mismo en la Copa Libertadores, donde el partido contra Tigres en Monterrey del día 8 de abril tiene una trascendencia vital para la continuidad de River en el certamen. Aunque el calendario le coloque a San Lorenzo en primera instancia, lo real es que la cabeza apunta inexorablemente para la fecha mencionada. Ahí lo espera la gloria o Devoto, y en ese compromiso deberá demostrarse a sí mismo que el dilapidar jugadas de peligro es una cosa del pasado reciente. Porque si se pone fino en el ataque, seguramente que vivirá jornadas mucho más relajadas y placenteras...