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Más que una clasificación

La explosión del final, cuando el partido con San José y el de Juan Aurich contra Tigres ya eran historia, no se compadecían con la instancia de la copa Libertadores que se estaba disputando. Cualquiera que hubiese estado en el estadio Monumental sin conocer que culminaba la fase de grupos, seguramente hubiera imaginado que River estaba pasando a la final o hasta consiguiendo un título. Y era lógico, porque en ese festejo había más que una clasificación. Se exteriorizaba lo que fue una sucesión de resultados poco felices, de un grupo que nunca le sentó bien, y, por supuesto, además se celebraba por una victoria de Tigres de Monterrey en Perú que pocos daban como factible. Lo ocurrido con San Lorenzo en la edición pasada de la Libertadores, cuando entró en octavos de manera casi milagrosa y terminó dando la vuelta olímpica, exacerbó esa sensación de algarabía. Impericia propia, principalmente a la hora de resolver cotejos con trámite favorable, lo llevaron a padecer más de la cuenta. Pero como en el fútbol la desazón se convive a un paso de la ilusión, ahora, luego de casi haberle dado un sorbo a la posibilidad de quedarse con las manos vacías, logró dejar a un costado ese amargo brebaje y ha conseguido fortalecer su autoestima hasta un punto que nadie sabe si tiene techo. Si a este factor anímico le sumamos hay un plantel que ya demostró su jerarquía y que también dio señales de que sabe disputar las llaves de ida y de vuelta como las que se vienen, ahí se sustenta toda esa ilusión a la cual hicimos referencia.

El gran momento de Rodrigo Mora, quien le agregó goles a su habitual sacrificio, fue quizás lo más destacado no sólo en la noche del miércoles, sino también en los partidos definitorios que jugaron los Millonarios. Entre los que siguen en deuda figura Leonardo Pisculichi, quizás la ausencia futbolística que más viene sintiendo River, porque con su talento aletargado el equipo de Núñez no está consiguiendo repetir las notables producciones del semestre pasado.

Está claro que, conforme supere instancias los rivales serán de mayor jerarquía, por esto es que los dirigidos por Marcelo Gallardo deberán ir elevando el nivel de su fútbol porque en estos cara a cara ya no corren los padecimientos vinculados a lo azaroso. Ya no se depende de resultados ajenos, todo se dirime por lo que hace uno. Está mencionado que River posee material con qué mejorar, sólo que este tipo de cuestiones se demuestran en el campo y no tanto con palabras. Ahora, en tren de especulaciones, existe una posibilidad muy firme de que en los octavos de final se reedite esa semifinal de Copa Sudamericana que River y Boca protagonizaron hace un puñado de meses, con festejo para los de Núñez. Con todo el estrés y la carga emotiva que un choque de semejante magnitud trae aparejado. Pero esto se sabrá en poco tiempo. Lo concreto por el momento es que el Millo, que parecía desahuciado, sigue con vida y sin resignarse a dejar a un costado a esa gran ilusión copera que tiene como pauta principal para este semestre.