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Morata. Un silencio que pide a gritos volver

MÉXICO -- No fue la eliminación de un poderoso Real Madrid en su propio estadio, ni tampoco el regreso de la legendaria Juventus a una final europea después de doce años, lo que me dejó pensativo la noche del miércoles. Fue Álvaro Morata. Un delantero de 22 años que en su primera temporada como titular en un equipo de Primera División anotó dos goles para entrar en una Final de Champions y no festejó ninguno.

Me impactó más la imagen en Turín donde el atacante español podía gritar su gol al Madrid envuelto en la euforia de otras 40 mil almas que como él vestían esa noche los colores de la Juve, pero decidió callar. Claro que verle anotar de nuevo a su exequipo, ese que le vendió en verano porque sobraba en la plantilla, y bajar la cabeza mientras sellaba su boleto a Berlín me dejó más desubicado. Confieso que mi primera sensación fue de desaprobación.

No se trata de cobrar revancha o echar en cara, pero sí de disfrutar junto a tus compañeros actuales una conquista que pocos futbolistas saborean en sus vidas. ¿Cómo no gritarlo? ¿Cómo aguantar dos veces un grito de gol en el escenario más trascendental del fútbol de clubes?.. Uff... ¡Qué complicado! Me tardé varias horas en entender que Morata realmente vivía un momento difícil en una circunstancia que cualquier que otro futbolista definiría como un sueño cumplido.

No seré quien diga si Álvaro Morata hizo bien o mal en tragarse el grito de gol en el Juventus Stadium y en el Bermabéu, pero sí tengo una opinión al respecto que va por encima de los colores de un club o de otro. No me gusta ver que un delantero que recibe una gran oportunidad no muestre alegría al clasificar con sus goles al equipo que le brindó ese chance de jugar, que invirtió en su talento. Personalmente me parece una falta de respeto a la institución y a los compañeros.

Ya sé que no deja de ser profesional porque al final del día hizo los goles y se entregó en la cancha por el objetivo. Pero en una época en la que le reclamamos a los jugadores más pasión por la camiseta me parece un feo gesto poner cara de tragedia por eliminar a tu antiguo equipo y dar la impresión de estar más triste que contento en cada entrevista después del partido.

No soy quien para decirle a Morata cómo se debe sentir, porque tampoco sé lo que vivió desde niño enfundado en la camiseta del Real Madrid, pero si puedo percibir lo que siente el aficionado que le ve cabizbajo en medio de la victoria. Su silencio en Turín y en Madrid es un llamado a gritos para retornar a la que evidentemente sigue considerando su verdadera casa, el Santiago Bernabéu.

Me gustó la analogía que alguien me escribió ayer en medio del debate en Twitter. "Es como si fueras a una cena con tu novia y al ver entrar en el restaurant a tu ex le sueltas la mano". Podrás pagar la cena, pedir la mejor botella del lugar pero no te irá bien en el camino a casa.