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Empate con sabor a victoria...

México mostró, al fin, una faceta competitiva en la Copa América, pero debió haber perdido el partido ante Chile. Mejoró en disposición, personalidad, entrega, lucha, sacrificio y salió a partirse el alma en el Estadio Nacional. Con ello, seguramente, no le alcanzará para ganar la Copa o para llegar a la Final --como prometió Herrera-- pero dejará, sin duda, una percepción diferente de un futbol que ha decidido enviar al torneo continental a una selección de segunda categoría.

LOS ANGELES -- Dos y hasta tres pensamientos me revoloteaban la cabeza en los agónicos minutos finales de la noche en Santiago. La primera: si Chile tuviera un "9"... La segunda: Los árbitros definieron el resultado del juego. Y la tercera: si México estuviera completo.

Entre una irrealidad y otra podría estar la explicación al resultado del emotivo juego que plantearon las dos selecciones en la segunda ronda por la fase de grupos de la Copa América.

Tras un primer tiempo de toma y daca, donde ambos aprovecharon enormes fallas defensivas, México y Chile se habían combinado para hacer seis goles sin que existiera, hasta ese momento, en el marcador, un ganador legítimo del juego. Y en la recta final del partido, Chile hizo lo que quiso con el balón en los últimos 30 metros de la cancha. Manejo, vía Alexis, Vargas, Valdivia y Vidal opciones claras de gol. Cuando no era el portero mexicano, era una mala definición y cuando no eran ninguno de esa dos, aparecía el banderín del juez de línea para anular de manera incorrecta los goles del equipo de casa. Se nota, esto dicho al margen, que los dirigentes de la Conmebol andan y siguen de prófugos. La conclusión de Sampaoli, el entrenador argentino de Chile, es que entre la falta de definición de sus delanteros y los errores arbitrales radicó el empate a tres.

Pero hay un cambio de mentalidad que puede y debe aplaudirse en el equipo mexicano. Aunque debió haber perdido el partido, México mostró, al fin, una faceta competitiva en esta Copa América. Está claro que los jugadores salieron con una mentalidad distinta al campo de juego. Que Miguel Herrera fue capaz de transmitir la desesperación y encausarla por una vía positiva al grupo: “No están diciendo de todo. Que no somos una selección de primera, que no servimos para nada, pero ustedes tienen el escenario ideal para cambiar ese pensamiento y darles una bofetada a todos aquellos que no creen en ustedes. Hoy, tenemos el escenario para hacerlo. Salgan y háganlo”, podría imaginarme que así, más o menos, fue el discurso del entrenador en los viejos vestidores del Estadio Nacional de Santiago y que a partir de ahí se generó un clima diferente en un equipo que salió a partirse el alma, a correr, a apretar, a cerrar los espacios. Un equipo que salió al campo con determinación y con “huevos”.

La tercera reflexión nos conduce a preguntarnos qué hubiese sido del partido de anoche si México viene con su primer equipo. ¿Hubiese competido más? ¿Habría perdido el partido? ¿Habría obtenido el mismo resultado? ¿Podría superar a los chilenos? Los “hubiera” no existen en el deporte. Nadie conoce esas respuestas.

México mostró un rostro competitivo, pero debió haber perdido el partido ante Chile. Con lo que hay en este equipo, lo que falta o lo que sobra, alcanzará para competir. Y es que sigo pensando que contrario al mensaje de Miguel Herrera, este México no está para ganar ni para protagonizar en la Copa América, pero sí, para jornadas como estas, donde deja la última gota de sudor en la cancha.

@Faitelson_ESPN