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El 'Chacal' a la deriva

Courtesy of Gary Hyde

En Cuba se dice con sorna que para ser guapo (valiente) hay que tomar sopa con tenedor. Pero aquí en los Estados Unidos los guapos como Guillermo Rigondeaux (15-0-0, 10 KOs), sí que toman sopa con tenedor, comen frijoles (habichuelas) con absorbente y ascienden de categoría aunque regalen ventajas.

Al 'Chacal' no parecen sobrarle los caminos. Su vida ha sido muy difícil. Y ante situaciones extremas no se vislumbran más opciones que soluciones extremas.

Paradójicamente su carrera se "torció" en abril de 2013 después hacer lucir como un principiante al mejor peleador de 2012, el filipino Nonito Donaire. Años más tarde de aquella exquisitez -- aunque los pseudo conocedores digan que fue una contienda aburrida -- Rigondeaux sigue sin hallar el norte.

De poco o nada le ha servido demostrar sobre el cuadrilátero que es uno de los tres boxeadores más completos de la actualidad y posiblemente uno de los mejores del nuevo siglo.

A tal punto es su calvario que nadie se ha sentido atraído por sus cinturones de súper campeón y campeón de las 122 libras en las versiones de la Asociación y la Organización Mundial de Boxeo (AMB y OMB), respectivamente. Lo peor de la historia es que el tiempo pasa y no aparecen retadores.

Le han condenado sus excepcionales destrezas (sus rivales saben que las opciones de vencerlo son ínfimas), su empecinamiento en conservar su filosofía amateur y, sobre todo, la ineptitud de sus promotores.

Escribió el colega Chris Farrell que Rigondeaux "(...) necesita un promotor que pueda, a través de la narrativa, explicar a los aficionados por qué él es, sin duda, el mejor boxeador del mundo".

Necesita un promotor de calidad, pero hoy no lo tiene. Y ante el veredicto más brutal para un boxeador: no pelear, el Chacal valora subir a la división pluma (126 libras) en busca de los combates que le son esquivos en su gallinero natural (la división súper gallo).

Rigondeaux es Dios en 122 libras, pero la arriesgada estrategia lo empuja al mundo de los mortales. Él es un 122 natural y raras veces su cuerpo supera las 124 libras. Ya tuvo una primera experiencia el 31 de diciembre de 2014. Mientras la mayoría de los de su estatus disfrutaban el advenimiento del nuevo año, él tuvo que desplazarse hasta Japón para pelear ante el local Hisashi Amagasa (29-5-2, 19 KOs).

Aquel combate fue en 122, así y todo el cubano regaló a su oponente más de una decena de libras y 6 ½ pulgadas de estatura. Aun así lo noqueó en 11 rondas y literalmente le desfiguró el rostro. Lo más llamativo fue que mostró más agresividad que la acostumbrada, algo que tanto le reclama la fanaticada.

Curiosamente su demostración volvió a enterrarlo. Palos porque bogas y palos porque no bogas. Después de ver aquello (me refiero a las diferencias de estatura y peso) los potenciales aspirantes a sus cinturones tal parece que se intimidaron más. 'Si es capaz de destrozar a un hombre mucho más grande y más pesado, que hará con nosotros', imagino que pensaron.

Farrell hizo una valoración muy interesante sobre el posible ascenso de Rigondeaux a las 126 libras, posibilidad creciente con los rumores de una pelea (se pactaría en 126) del cubano con el ucraniano Vasyl Lomachenko, monarca pluma de la OMB.

"Por desgracia, pronto (Rigo) perderá por primera vez, seguramente por nocaut, y con su derrota vendrán suspiros de alivio (...)", escribió Farrell. "Rigondeaux no perderá ante un mejor peleador, porque no hay ninguno alrededor. Él va a perder pronto, porque va a ser obligado, a través de la falta de opciones tanto económicas como boxísticas a superar obstáculos demasiado grandes para un hombre de su tamaño y mucho más jóvenes. Quien supere a Rigondeaux será mucho más grande y mucho más joven que él".

Queda claro, al menos a mí, que por mucho talento que tenga Rigondeaux no es inmune a las diferencias de peso. Ojalá que aquellos que velan por él lo tomen en consideración y se pongan las pilas para que el Chacal siga haciendo historia en las 122 libras.