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SOS: Urgen maníacos con sangre chiva

LOS ÁNGELES -- Hace años. Muchos calendarios ya. Hurgaba entonces entre jugadores y entrenadores del futbol mexicano cuáles eran las frases, las películas, las vidas o incluso canciones que eran utilizadas como electroshocks motivacionales en concentraciones o de manera personal.

Rudy, la fascinante historia del chaparrón despistado y obsesionado con jugar en Notre Dame, era entonces la referencia general. La historia de poder queriendo, más que de querer pudiendo. De consagración absoluta hacia un anhelo maquillado de capricho.

Eran épocas incluso en que Og Mandino y Gibran Jalil Gibran, junto con Norman Vincent Peale, despachaban desde la mesa de noche, con hojas dobladas en la esquina con la parábola más verborreica de sus mensajes.

Entre todos los testimonios saltó uno. Peculiar. Divertido. Extraño. Sorpresivo. Inesperado, por supuesto.

De aquel hoy extinto walkman estalló la arenga que mantenía a este jugador con ese brío y ese ímpetu particular que lo había llevado a la Selección Mexicana, pese a su estilo atrabancado, muscular más que técnico, hormonal más que neuronal.

"She's a maniac, maniac on the floor. And she's dancing like she's never danced before (Ella es una maníaca, maníaca en la pista. Y ella baila como si nunca antes lo hubiera hecho)", es el estribillo de la canción Maniac de la película Flashdance.

Reaccioné exactamente como ustedes, cinco o seis ociosos desocupados que se atreven por estos Blogs: pelé los ojos, sonreí y eché la cabeza hacia atrás.

El futbolista se puso serio. "Te advertí que te ibas a sorprender", dijo y explicó: "Esa es la única manera en que puedes jugar en Chivas y ser titular en Chivas".

Y agregó: "Si lo dejas de ver de manera machista, es la única manera de ser futbolista y especialmente de Chivas. Jugar cada partido como el primero y el último. Como un maniático y así se los digo en el vestidor. Unos se ríen. Igualito que como tú, especialmente el entrenador, pero otros están de acuerdo".

Hoy más que nunca es una cruda verdad, especialmente en el universo del futbol mexicano, posesionado y usurpado por extranjeros, naturalizados o con la doble nacionalidad: Chivas necesita de 11 maniacos o maniáticos en la cancha.

Puede parecer un contrasentido, pero el Guadalajara, en la derrota ante el León, dio tal vez, por encima de su victoria sobre Morelia, su mejor exhibición del torneo, táctica y técnicamente hablando.

Aniquila a Chivas el error de su cuadro bajo. Horrores de marca de Oswaldo Alanís y de cobertura de Toño Rodríguez.

Y aniquila a Chivas la incapacidad goleadora de su ataque. Una epidemia muy mexicana. Entre los 24 primeros goleadores del torneo sólo hay cuatro mexicanos, todos con tres goles, y el primero de ellos en el listado es Oribe Peralta en el sitio 12.

Irónicamente Chepo de la Torre se atrevió. Lo hizo ante Morelia y ganó. Ante Toluca se echó atrás y fue sometido. Ante León, un equipo agresivo de precepto, se atrevió a responderle. En el saldo final, incluso, lo superó en posesión de pelota: 52 a 48 por ciento.

Con un -insisto en ello- Chatón Enríquez recuperado física y mentalmente, de manera absoluta, por momentos le ganó la partida a su homólogo Gullit Peña. Y agregar a un Avión Ramírez sobresaliente.

Lamentablemente para el Guadalajara, se vuelve un escenario patético, como jugar bien y perder, en la condición dramática que vive, con el riesgo del descenso, y sotanero junto con Santos en la Tabla General. Con ambos pies en la tumba es difícil predicar.

Con Dorados como seguro de vida, pero sabiendo que este equipo puede reforzarse abiertamente en diciembre, Chivas vive el riesgo de apostar por su cantera.

Por años lo he sostenido: Guadalajara no necesita de refuerzos como una prioridad. Porque los que llegan no tienen ese espíritu de maniaco para jugar ahí cada partido como si en verdad fuera el primero y el último. Como maníacos.

Los jugadores más inconstantes y peligrosos para el Rebaño fueron precisamente dos de sus sonados refuerzos, más allá de sus supuestas lastimaduras. ¿Son explicables las distracciones y ligereza de marca y de rabia, por ejemplo de Alanís y Aris Hernández?

Por eso, incluso a pesar de ese estertor de su situación, le viene bien al equipo la decisión suicida de apostar por su propia sangre y dejar de ser un saqueo insano de promotores, desde, por ejemplo, la sospechosa llegada de Ángel Reyna y otros más al equipo, con diferencias tenebrosas entre las operaciones de compra y venta.

Afortunadamente, el primer obstáculo parece haber sido vencido: el miedo del Chepo. Si se decide a mantener con ese dinamismo y velocidad, especialmente en la transición, que ya sólo muestra el León - y acaso el descobijado Pachuca-, estará más cerca de salvarse que de descender.

Y, curiosamente, el futbol le ofrece, a Chivas y a quienes preservan ese espíritu maníaco para jugar al futbol, una gran oportunidad, ante un adversario que llega infectado de rencor y de revancha, como son los Jaguares de Chiapas de Ricardo La Volpe, a quien Jorge Vergara no sólo echó de Chivas con el caso de la podóloga de por medio, sino que además le arruinó sus pretensiones de regresar a la Selección Mexicana, al vetarlo de entre los candidatos.