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El problema se llama Vergara

Viví en el error, en la falsa idea de que era el personaje que podía cambiar la historia de Chivas. Algunas de sus buenas intenciones han quedado plasmadas en avances comerciales, mercadológicos, en imagen y en independencia económica. Pero Jorge Vergara no encontró la manera de tener la calma donde más la necesitaba: en la cancha de futbol, ahí donde se gana, se pierde o se empata en el futbol y hasta hoy, su carrera como dueño del equipo más popular de México ha sido desastrosa: lo ha llevado a su peor momento deportivo y al borde de un abismo que nadie se imagina o quiere imaginar. Alguna vez enfaticé y defendí que Chivas no podría estar mejor sin Jorge Vergara. Hoy, ya no estoy tan seguro de ello.

LOS ANGELES, CA.-- ...Y yo que alguna vez pensé que Jorge Vergara era la salvación de Chivas y la del futbol mexicano. Estaba equivocado, completamente equivocado, tan equivocado que hasta vergüenza me da admitirlo públicamente.

La desesperación de Jorge Vergara no es buena para Chivas.

La desesperación de Jorge Vergara ha llevado a las Chivas al peor momento deportivo de su historia y la desesperación de Jorge Vergara puede empeorar las cosas para Chivas. Porque podemos hurgar en el pasado más lejano o en el más reciente, depositar las responsabilidades en los personajes de los que se rodeó --tantos dirigentes, algunos de ellos jóvenes, otros experimentados, desde Ivar Sisniega y hasta Johan Cruyff, algunos con más blasones que otros-- , los entrenadores, de todo corte y estilo --desde Galindo, Quirarte, Daniel Guzmán, Raúl Arias, Van´t Schip, Azkargorta, Lavolpe, “El Güero” Real, Nacho Ambriz ¡Dios mío! ¿Cuantos entrenadores? Los futbolistas, de cantera, de chequera, de corazón grande y de poco compromiso. Ha probado con todos, le ha dado ocasión a diferentes estilos, corrientes, colores y sabores. El problema de Vergara ha sido la impaciencia, la incapacidad de darle certeza y fortaleza a los proyectos, sus cambios de personalidad, de opinión, su bipolaridad, lo que escucha en el palco, en la calle, en el supermercado, lo que le dice el aficionado, el vendedor de Omnilife o el empleado recomendado que tiene una nueva idea.

Hace poco más de doce años, entró como “el comandante” que provocaría la revolución que Chivas necesitaba como entidad futbolística. Y en algunas partes, las buenas intenciones fructificaron: puso a Chivas en el primer lugar de orden económico, logró que le pagaran lo que merecía ganar por televisión y por patrocinios, le dio fuerza e independencia con un nuevo estadio, puso la marca Chivas donde los viejos socios del club no podían llegar. ¿Qué pasó después? ¿Dónde se perdieron todos esos buenos deseos? ¿Por qué el brillante empresario, que comenzó su travesía con un puesto de carnitas en una esquina de Guadalajara hasta amasar una fortuna como dueño de una compañía de suplementos alimenticios piramidal no podía sostener deportivamente al equipo en los sitios a los que históricamente pertenecía? O quizá dependa de otros factores: ¿Cambió el futbol mexicano? ¿Se equivocó Chivas en no fomentar más sus fuerzas básicas?

Yo creo que el pecado capital de Vergara ha sido la poca paciencia para alimentar y desarrollar sus proyectos. El hombre estuvo o estaba lleno de buenas intenciones, pero esas buenas intenciones se han visto siempre afectadas por la desesperación y las decisiones tomadas al vapor.

Damas y caballeros, ofrezco una sincera disculpa. Alguna vez pensé, sostuve y pelee con fuerza en las mesas de debate que Vergara era la salvación de Chivas, que Chivas no podría encontrarse mejor sin Vergara y que era el personaje que podía llevar al club hasta los grandes niveles del “campeonísimo”. Hoy, no estoy muy seguro de ello, hoy, lamentablemente, creo que Chivas estaría mucho mejor sin Vergara.

Tarde un poco, algunos años, temporadas terribles, muchos directivos, entrenadores y futbolistas, proyectos que iban y venían a la basura, tarde un poco en entenderlo: el problema de Chivas se llama Jorge Vergara.

@Faitelson_ESPN