Hasta antes del Clásico, el viento apuntaba en una dirección distinta para los dos equipos grandes del futbol mexicano. Chivas lucía vencido, apabullado por sus propias decisiones, débil y sin esperanza. Y el América todo lo contrario. Unos días más tarde, la situación parece completamente al revés. El América es hoy el preocupado, el de la inercia negativa y Chivas parece rebosante en salud y confiado en que ha retomado el camino que históricamente le corresponde. La cancha y el futbol nos han brindado, otra vez, un ejemplo mismo de la vida.
LOS ANGELES, CA.-- Me quedo con la sonrisa de Omar Bravo, en la banca del Estadio Omnilife, el martes por la noche, una sonrisa que no recuerdo en la personalidad de ese futbolista y tampoco en el entorno de la última época en Chivas. Y me quedo con la mirada enojada ++"encabronada"++ como lo dijo el mismo Nacho Ambriz en la noche dura, durísima del América en León.
Y quien sabe cómo, dónde exactamente y por qué, la suerte se revirtió para los dos grandes del futbol mexicano justo en medio de un Clásico caliente y controvertido jugado el sábado en el Estadio Azteca. Chivas amaneció a la mitad de semana con cuatro victorias consecutivas ++tres de ellas por la Liga+_+ y el América, con dos reveses seguidos ++tres en los últimos cuatro juegos++ y la moral completamente caída. La crisis de uno terminó en las manos del otro. Así de sencillo, trivial, mágico...
Y hablando de "magias", nunca estuve realmente seguro de que algún entrenador poseyera esas esencias. Tampoco lo estoy ahora, pero eso me insinúan los aficionados de Chivas alrededor de la llegada de Matías Almeyda. Estoy seguro de que el argentino puede ser un buen entrenador y también, como la mayor parte de los entrenadores sudamericanos un hombre de un gran discurso, pero "mago" no es, de ninguna forma. Los que han propiciado ese cambio de juego, de semblante, de ideas, de inercia son los futbolistas de Chivas. Ellos, encabezados por Omar Bravo, entendieron que podían transformar las cosas a su alrededor. Aprovecharon un lunes, otro lunes de desconcierto en la historia del club, después de tratar de salvar infructuosamente la cabeza del "Chepo" de la Torre, para unirse, simplemente unirse alrededor de una causa, de una necesidad, de una esperanza. Y ahí están los resultados en la cancha.
En el América, percibo todo lo contrario: aburguesamiento, soberbia, petulancia. El equipo empezó a creerse lo que se decía a su alrededor y si algo le sobra siempre al América son "porristas", "jilgueros", personajes eternamente amamantados por la empresa que es dueña del club y que a través de sus poderosos medios envían mensajes de fiesta y de regocijo.
Llegaron al "Clásico" como ganadores, como el equipo que iba a aplastar y a humillar al contrario y se fueron con cabeza metida entra las piernas. Hoy, el América esta desordenado, desubicado y temeroso de que le hagan daño, como se lo hizo el León anoche en el Nou Camp.
Si mis cuentas no me fallan, solo hay dos puntos de diferencia entre las campañas del América y de las Chivas y antes del Clásico hablábamos de dos escenarios completamente opuestos. Claro, no tomo en cuenta la tabla porcentual, pero lo que importa para Chivas es su presente. Si puede control el "hoy" como lo ha hecho en la últimas jornadas, el "mañana" estará seguro.
Damas y caballeros, la crisis se ha revertido. El América es el preocupado, el abatido, el triste hoy y Chivas, el sonriente y el que está lleno de optimismo. Así es el futbol y así es la vida, porque a través de la cancha, el juego nos ha enviado otro mensaje claro y contundente de que hay que trabajar y concentrarse y no perderse nunca en la soberbia y en la arrogancia.