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México vs. EEUU: Cuando el negocio supera la pasión...

Para algunos es un "Clásico", para otros es un "gran negocio" y para algunos más, es una cuestión de orgullo profundo. México y Estados Unidos chocan en la cancha en un partido de dimensiones futbolísticas medianas y lo hacen en medio de los dólares y de la pasión que arroja el duelo. La realidad es que ni Estados Unidos ni México cumplen con su cometido venciéndose el uno al otro. Los dos tienen detenida una promesa de crecer para ubicarse algún día entre las grandes potencias de este deporte.

LOS ANGELES, CA.-- Y aquí estamos, otra vez: México=Estados Unidos en el escenario futbolístico, un duelo al que muchos llaman Clásico, en el que otros involucran temas que van más de lo estrictamente deportivo y donde hay una gran realidad: el negocio, es decir los intereses del juego, que se mezclan directamente con la pasión del aficionado.

Jurguen Klinsmann dijo que le parecía algo similar a un Alemania-Holanda. Ricardo Ferretti, fiel a su estilo, afirmó que se trata de un simple partido de futbol. Detrás de Márquez, "Chicharito", Guardado, Bradley, Altidore, Dempsey y Howard y mas allá de historias de vida, de sufrimiento, de migración, de derechos humanos, de discriminación hay, también, una historia de dineros, de dólares, de lo que es capaz de generar el futbol como negocio.

Alguien me hacia algunas cuentas por ahí y estimaba que el juego valía ++entre taquilla, derechos de televisión para el evento y para la Copa de Confederaciones, venta de camisetas, publicidad, insumos y demás++ una cifra cercana a los 100 millones de dólares. Yo no sé si alcance esa cifra, esa dimensión, pero estoy seguro de que no es un mal negocio. El juego en si, la combinación, ha servido para revitalizar económica y pasionalmente a una área futbolística como la Concacaf, cuyos dos últimos presidentes, por cierto, están enfrentando un proceso penal por corrupción que les podría llevar directamente a la cárcel. El juego es el "motor" de la Concacaf y también la esperanza porque las condiciones futbolistas del área terminen siendo mejores algún día.

En la cancha, son dos equipos parejos. Ninguno de ellos ha trascendido todavía de la manera en la que sus aficionados esperan. Ni México, cuyo futbol a veces parece detenido en la incapacidad que se tiene para administrarlo con solvencia e inteligencia, ni Estados Unidos, que teniendo grandes ventas de estructura e infraestructura y en la economía más poderosa del mundo, sigue detenido, a la espera de que su futbol dé "el grito" de liberación tan anhelado. México y Estados Unidos saben que venciéndose el uno al otro, siendo mejores entre ellos, no habrán avanzado demasiado con respecto a la lucha más importante: trascender en el escenario de las grandes potencias de este deporte. El partido, por si lo habían olvidado, otorga un boleto para la Copa de las Confederaciones, justo un escenario propicio y envidiable para dar fe de esos avances futbolísticos.

Parece imposible, pero no se trata de envolver al duelo en una gran bandera, darle tonos nacionalistas, acercarlo a las grandes divergencias y también a las muchas coincidencias que tienen ambas naciones. No es un lio de migración, tampoco de política, de un muro, de una frontera y mucho menos de Donald Trump. El México-Estados Unidos es un juego de futbol, un juego mediano entre dos selecciones medianas con respecto a la competencia internacional. En un juego que involucra pasiones y conexiones culturales de sus aficionados. Es, también un gran negocio, un negocio donde los dólares brotan por todas partes y donde los intereses se anteponen a la parte deportivo. Hay que jugarlo y punto.

@Faitelson_ESPN