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La importancia del juego 4 y el kansasball

Ambos clubhouses coincidían en el día de hoy sobre la importancia del cuarto juego de la serie de campeonato. Si Azulejos de Toronto ganaba emparejaba las acciones con una oportunidad más en casa. Si Reales de Kansas City triunfaba casi podría darse por descontado su paso a la Serie Mundial.

El detalle interesante era el duelo de lanzadores poco convencional tal como lo describió el mismo Josh Donaldson.

En esta esquina (con voz de Michael Buffer o, si les gusta más el MMA entonces usen a su hermano Bruce) R.A. Dickey.

El nudillista tiene números impactantes en la segunda parte de la temporada, lanza muy bien en el Rogers Centre con el techo cerrado y domina a los bateadores zurdos ante un lineup repleto de ellos. Todo eso en el papel luce bien pero al final estamos hablando de alguien que vive de lanzar una mariposa que ni el sabe como reaccionará cada día.

Si queremos complicar la cosa aún más podemos agregar que Dickey no tiene uno sino dos tipos de nudillos. Una nudillos lenta y una nudillos rápida. Entonces el derecho debe determinar en el bullpen y luego en pleno juego cuál de las dos es la que está funcionando y realizar los ajustes necesario. Además tiene que mezclar una recta de vez en cuando ya que la filosofía de los bateadores en estos casos es sencilla: las nudillos altas hay que tirarle pero las bajas hay que dejarlas pasar. La única manera de sacar al bateador de ese plan es lanzándoles rectas bajas y hacerlo pensar. Por último, es clave lanzar strikes y cuidar a los corredores. Todo esto es complejo, mucho más sencillo es depender de una recta de 100 millas.

En la otra esquina (de nuevo haga la voz para mantener la consistencia de la nota) Chris Young.

Ese nombramiento fue una sorpresa. Ned Yost defendió su escogencia indicando que le gustó lo hecho por Young recientemente y la manera como algunos bateadores de los Azulejos han tenido problemas al tratar de descifrar la recta y slider del gigante de 2 metros 10 centímetros. El detalle es que al derecho normalmente le dan muchos elevados y en el Rogers Centre la bola corre. Un riesgo que solo el resultado final diría si valió la pena correrlo en un juego clave.

Reales abrieron el marcador en el mismo primer inning con hit de Alcides Escobar y jonrón de Ben Zobrist. El par se ha convertido en una especie de pesadilla del equipo canadiense (de 31-15 hasta ahora en la Serie). Luego con un poco de kansasball (ver definición en el blog anterior) anotaron dos más para poner la pizarra 4-0. Dickey había dicho antes del juego que necesitaba ser agresivo y lanzar strikes pero la ofensiva de Kansas City estaba preparada para ello y no lo perdonaron en las primeras de cambio.

Alex Ríos conectó jonrón en el segundo inning para ampliar la ventaja. Sé que muchas veces eso no se refleja en el juego pero la práctica de bateo del boricua fue impresionante sacando al menos 10 pelotas de línea por todos lados. Luego de un golpeado y boleto, Gibbons trajo a Liam Hendriks a relevar.

No fue el día de Dickey, ni siquiera pudo ver que funcionaba o hacer ajustes. En postemporada no hay tiempo para eso más cuando te anotan 5 carreras en menos de dos innings. El arte de la nudillos es muy particular, la gente se impacienta y hay desconfianza.

Toronto anotó dos en el tercero ante un Chris Young que recorría magistralmente una cuerda floja sin protección. Hubo varias conexiones fuertes pero de frente y un doble por regla de Josh Donaldson que al final ha podido significar una más de haberse quedado en el terreno. 5-2.

En el cuarto, con dos outs, Ned Yost trajo a Luke Hochevar para cerrar el inning retirando a Donaldson con elevado a las manos de Eric Hosmer. La apuesta del manager con su abridor funcionó bastante bien y desde ese momento la responsabilidad la asumió uno de los relevos más dominantes de las mayores.

Nota especial para el australiano Hendriks por su gran actuación de relevo al retirar 11 de los 12 reales que enfrentó. Mejor imposible en un momento crítico.

Kansasball reapareció en el séptimo inning ante un LaTroy Hawkins sin nada en la bola y un Ryan Tepera que lo imitó con éxito. En el tiempo que me tomó ponerle mostaza a un perro caliente la ventaja subió a 9-2.

Los 49.501 fanáticos que pagaron su entrada vieron a unos azulejos aletargados y dominados en todos los aspectos del juego. Más se tardó R.A. Dickey calentado en el bullpen que en el juego y, con la excepción de Liam Hendriks, nadie más hizo el trabajo. Llegó al punto que el infielder Cliff Pennington tuvo que subir a la lomita en el noveno para sacar el último out (lanzó una recta de 90 millas en su breve actuación).

Con más Kansasball en el octavo y noveno el marcador final indicó 14-2.

Básicamente Kansas City no ha parado de batear en la Serie de Campeonato (22 carreras y 30 hits solo en los dos días que llevan en Toronto), es hasta difícil verlos conectar mal a la pelota. La presión es asfixiante, en todo inning y turno. Corren como bólidos a primera con cada roletazo. Celebran elevados de sacrificio. Creen en ellos mismos y nunca se rinden aún en las circunstancias más adversas. Tiene un bullpen dominante. La estrella es el todo más allá que sus partes. En fin, honor al que honor merece.