<
>

Catar, la vida antes del Mundial

Getty Images

Si la cantidad de grúas en forma de torre que hoy cubren el paisaje en Doha son equivalentes a la cantidad de emociones que tendrá la Copa del Mundo de Catar en siete años más, entonces seremos testigos de uno de los mejores eventos deportivos en la historia.

Aunque no pocos dudan que finalmente la Copa del Mundo de 2022 termine por celebrarse en Catar tras los escandalosos casos de corrupción y tráfico de influencias en la FIFA, el escenario parece no inmutar a nadie en Medio Oriente, al menos no en la calurosa Doha.

Hace unos días, con motivo del Campeonato Mundial de Boxeo, tuve la posibilidad de visitar la que, hasta hoy, será la sede de la Copa Mundial de la FIFA número 22 en la historia. La primera impresión que tuve fue que acertaron en cambiar las fechas del Mundial al invierno. En verano, sin ser la época de mayor calor, estábamos a 42 grados centígrados, pero según me cuentan algunos mexicanos que me encontré por allá, llegan a superar los 50 grados y en el invierno tienen temperaturas de 10 a 26 grados.

Muchas cosas vienen a la mente cuando se habla de Doha, Dubai y Abu Dhabi, entre ellas los lujos que hemos visto a través de la web, los carros extravagantes, mascotas increíbles, edificios impactantes.

En Doha, hay carros del estilo Rolls Royce o Bentley, pero no todos. No hay mascotas como jaguares o halcones paseando en autos deportivos o lujosas camionetas, y sí hay edificios que te dejan con la boca abierta.

Además de los carros y los edificios, otra constante es la nube de polvo y arena que cubre la ciudad, lo cual hace que todos esos autos y todos esos edificios luzcan color mate la mayoría del tiempo. La causa es, por un lado el sin fin de construcciones en la ciudad y otra, son las inevitables tormentas de arena.

En cuanto al tema económico, no es más caro que otras ciudades, como por ejemplo Tokio o Londres. Por cada dólar te dan 3.6 Riyals y ese Riyal se puede convertir por 4.8 pesos mexicanos. En muchos lugares sólo aceptan los Riyals y puedes comprar cualquier bebida, siempre y cuando no sea alcohólica, a un precio muy accesible.

En cuanto al tema de las bebidas alcohólicas, sólo hay pocos lugares, exclusivos y caros, donde te venden alcohol. Pero si eres extranjero y trabajas en Catar, tu empleador o 'sponsor', te debe extender una aprobación para que saques una licencia y puedas comprar alcohol por hasta el 10 por ciento de tu sueldo mensual. Un colega inglés, por ejemplo, se quejó de que compró una cerveza por unas 10 libras esterlinas (260 pesos mexicanos).

La comida no es complicada como en otros lugares, con que pidas algo de 'kebab' y 'humus' te darás por bien servido, y no habrá que sorprenderse si en el restaurante hay gente fumando, porque ahí básicamente en todos lados se puede fumar y casi es deporte pedir una 'shisha' de algún sabor.

Si no sabes árabe, podrás preguntar cualquier cosa y la gente hará el esfuerzo por darte una respuesta. Muchos hablan inglés y regularmente la gente que te atiende en todos lados es de India, Filipinas, Pakistán, Sudán o Marruecos. Ahí los catarís los distingues por vestir 'thob' y a las mujeres por usar una 'abaya', ambos vestidos largos en color blanco y negro, respectivamente, también muy amables y educados.

Finalmente, me gustaría hablar de los mexicanos. En Catar viven cerca de 400 -igual que los cubanos-, muchos de ellos pilotos, otros diplomáticos y los menos ingenieros geólogos. Hay un restaurante que se llama Mr. Taco y ahí se reúnen cada ocho o 15 días para probar los tacos y huaraches, pues además ahí tienen su propia máquina para tortillas.

Sin duda alguna será una experiencia diferente la de vivir el Mundial en Catar, claro, si es que no hay algún cambio drástico en los próximos meses. Será impactante ver todo esa paisaje que hoy lo cubre el polvo y las grúas por edificios majestuosos y estadios espectaculares, además en un espacio tan pequeño que seguramente los festejos serán en el Souq Waqif o en el Corniche, o en West Bay o la Perla, puntos neurálgicos de este creciente Catar, y además, tener la posibilidad de visitar el desierto y poder pasear en un camello.