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Johnny Cueto, la singular estrella del Juego 2 de la Serie Mundial

Johnny Cueto es un misterio andante de larga cabellera. Pocas veces uno tiene el privilegio de observar a un genio en el arte del engaño con tanto talento y conocimientos sobre la lomita. Pero hay un par de eventos extraños en su carrera dignos de un cuento de Arthur Conan Doyle.

El primero, querido Watson, ocurrió el 1 octubre de 2013, en el Juego del Comodín de la Liga Nacional. En una noche nublada el público en el PNC Park, sede de los Piratas de Pittsburgh, para sacar de concentración al dominicano optó por corear su nombre desde el primer lanzamiento "Cueeetooo, cueetoooo".

En el segundo inning, el hombre de la melena, un poco desconcertado, comenzó su rutina para enfrentar a Russell Martin y, de repente e inexplicablemente, se la cayó la pelota. Los fanáticos asumieron que eso era consecuencia de los cánticos y aumentaron su intensidad. Al final, su labor fue corta al ser castigado con ocho hits y cuatro carreras en 3.1 innings.

En la Serie Divisional de este mismo año, Cueto eliminó a los Astros de Houston lanzando una joya en casa pero luego en la Serie de Campeonato contra Toronto, en el Rogers Centre, se presentó el segundo evento. Los fanáticos canadienses, imitando a lo ocurrido en la ciudad del hierro, corearon su nombre en tono de burla desde el primer momento y el dominicano claramente perturbado solo duró dos innings recibiendo ocho carreras limpias en la peor salida de abridor alguno en postemporada en la historia de las Grandes Ligas.

Lo peor, Dr. Watson, es que Ned Yost al preparar la rotación de la Serie Mundial puso a Cueto de segundo para así evitar que lanzara en la carretera. Es decir, la organización le grita a los cuatro vientos que su principal brazo, por quien entregaron sus mejores talentos en ligas menores, simplemente no maneja bien la presión de lanzar fuera de casa.

No sé cómo terminará todo esto pero en algo me recuerda el caso de la Estrella de Plata en donde descubrimos al autor del crimen por lo que no sucedió: el perro no ladró. ¿Marcará la carrera del dominicano sus números extraordinarios en la temporada regular o lo que no hizo en esos dos juegos de postemporada en la carretera? ¿Podrá cambiar esa impresión el Moriarty de la lomita con una sólida actuación en el segundo de la Serie Mundial a pesar de ser en casa? (música de violines)

Su contraparte, Jacob deGrom, no es un misterio ni parece afectarle lanzar fuera de casa, tan es así que de ganar esta noche se convertiría en el primer pitcher con 4 victorias en la carretera en una sola postemporada.

DeGrom no tiene un sobrenombre atractivo, como dos de sus compañeros de rotación, pero sí super poderes como una recta meteórica. La duda era enfrentar a un lineup por primera vez que no es nada fácil, hace contacto frecuentemente e improvisa sin miedo. El plato estaba servido.

La carrera de la quiniela surgió de manera curiosa en el cuarto inning. Cueto perdió la goma en su única señal de debilidad. Cuando todo parecía enredársele, el diestro empleó uno de esos trucos que tiene bajo la manga e hizo que Yoenis Céspedes conectara un roletazo a Mike Moustakas, quien aprovechó para pisar tercera y lanzar un poco desviado a primera para la doble matanza y terminar la entrada. Sin embargo, el umpire de la inicial cantó quieto debido a que Eric Hosmer dio la impresión de perder el contacto con la base luego de recibir la pelota.

En una de las repeticiones pareció que el inicialista si mantuvo el contacto pero Ned Yost optó por no apelar. Luego Lucas Duda trajo a Daniel Murphy a la goma con sencillo. ¿Por qué el manager no apeló si no tenía nada que perder?

En el quinto, los Reales emboscaron a deGrom con su arma favorita: el Kansasball. Esa es la estrategia del equipo de unir una serie de hits y boletos para anotar varias carreras en menos de 5 minutos. Sencillos con dos outs de Eric Hosmer y Mike Moustakas colocaron el marcador 4-1.

Más Kansasball en el octavo le dieron cifras definitivas al juego: 7-1.

(vuelve música de violines)

Pero la noche de hoy, amigo Watson, será siempre recordada como un clásico del picheo en Series Mundiales. El Moriarty de la lomita, el genio del engaño, enredó al lineup de los Mets a su antojo y se llevó la victoria en labor completa. Un solo parpadeo le quitó la blanqueada.

Cueto siempre será perseguido por el fantasma de la carretera pero su talento y calidad es inobjetable. Con esto cerramos mi relato de los acontecimientos y mejor nos concentramos en Irene Adler.