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Diego Albanese opina sobre Jonah Lomu

BUENOS AIRES--Por dónde empezar. Cuesta creer que se fue el gran Jonah...demasiado pronto.

Todos sabíamos de sus problemas de riñón, tema delicado, pero durante la RWC que pasó lo ví en muchos programas en UK como invitado y se lo veía muy bien.

Todavía no salgo del shock.

Lomu fue a mi entender, y creo sin muchas dudas, la primer mega estrella que dio el rugby a nivel mundial.

Siempre existieron grandes jugadores, históricos, con trayectoria pero lo que Lomu provocó a partir del '95, y en especial en esa RWC de Sudáfrica, no lo ha hecho nadie, y no creo que nadie lo pueda repetir.

Fue el primer súper atleta, justo cuando el rugby pasaba a ser profesional. Revolucionó el rugby con sus tremendas cualidades físicas en un momento donde nadie le llegaba ni cerca.

Me ha pasado muchas veces que, gente que de rugby no sabía nada, me preguntaba: "Che, ¿vos alguna vez jugaste contra ese Lomu?". Jonah trascendió el rugby en sí.

Haciendo un poco de historia, la primera vez que lo vi en persona fue en el Seven de Hong Kong del '94. Se empezaba a hablar de él, no podía entender cómo podía moverse y correr tan rápido con semejante tamaño. Era mi primer Seven internacional, mi primer gira internacional, todo era nuevo y de repente estaba viendo algo muy fuera de lo común.

Llamó tanto la atención en Hong Kong que con sólo 19 años, fue convocado para el plantel previo al Mundial de Sudáfrica pero los kiwis lo mandan y le exigen ponerse bien físicamente. O sea, imagínense que mal físicamente ya no lo podían parar.

La segunda vez que lo vi fue en enero de 1995, este vez en el famoso Seven de Punta del Este con los All Blacks (les recuerdo que en esa época el circuito de Seven no existía y los equipos mandaban muchas de sus figuras).

Ese certamen lo terminamos ganando con Los Pumas -el equipo tenía a Pichot, Baraldi, Martin, Del Castillo, Viel, Bouza, entre otros- venciendo en la final a Australia, que dejó en el camino al Nueva Zelanda de Lomu por suerte...

Días después, hubo un Seven en Mar del Plata, y allí sí nos tocó jugar con el gran Jonah, con el recuerdo en mi cabeza de tratar de tacklearlo y flamear agarrado a su cintura como una bandera al viento.

Luego llegó lo que todos ya sabemos. El mundial en Sudáfrica, su debut frente a Irlanda con dos tries, esa semifinal contra Inglaterra donde, literalmente lo pasa por arriba a Mike Catt, y donde pasa a ser el jugador más desequilibrante de la historia, recibiendo ofertas hasta del futbol americano.

Cómo olvidar la semifinal del 1999 contra Francia, y sus dos tries, sacándose jugadores de encima como nenes, entre ellos, el francés Benazzi, en ese momento segunda línea francés y uno de los mejores del mundo.

Lamentablemente, ya los problemas en el riñon empezaban a dar vueltas, y empezaban de a poco a deteriorar su físico y sus increíbles condiciones.

En lo deportivo y lo personal, sin dudas tener el gran recuerdo y el gran honor de haber podido jugar contra este gigante y con ello, las situaciones por las cuales me hizo pasar.

Jugar contra Lomu. Era el desafío más grande...tratar de pararlo, no pasar papelones. Soñaba con él, me imaginaba situaciones,.. si la agarra así hago esto, si corre para allá hago esto otro. Si iba a los tobillos me saltaba, si iba a la cintura me embestía, si iba arriba me mataba, ¿y si no lo dejo ni arrancar? Qué dilema. Conclusión, bajar la cabeza e inmolarse, y que sea lo que sea.

Creo que él me llevó a visualizar e imaginarme en situaciones como nunca antes. A partir de ahí hasta cambié hábitos en la forma de prepararme mentalmente para los partidos.

En el 2001 lo tuvimos en frente tres veces. La primera en Mar del Plata en la Copa del Mundo de Seven, en la cual salen campeones los All Blacks y perdemos contra ellos en semifinales. La segunda fue en Christchurch y la tercera, meses después, en cancha de River donde perdimos en el último minuto. Creo que nunca más las volví a vivir las sensaciones de la semana previa a jugar contra Nueva Zelanda y con Lomu en cancha.

Recuerdo el dia de River, terminado el partido, fui a saludarlo, y me dijo "Good game Diego". ¡Me había llamado por mi nombre! Casi me muero.

Un fuera de serie y un gigante adentro de la cancha. Un "chico" sencillo afuera de ella, siempre con su música y con una humildad más grande que su físico.

Las repercusiones en estas 24 horas de su fallecimiento desde todo el mundo hablan por sí solas: era un hombre admirado y amado por todos.

La última vez que me lo crucé me dio vergüenza pedirle una foto...decirle que alguna vez habíamos jugado en contra. No me animé, si hubiera sabido...

Se fue una leyenda. Inspirador y único. A recordarlo con una sonrisa y agradeciéndole todo lo que hizo por nuestro querido Rugby.