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Por mi raza hablará el espíritu...

¿América? ¿Tigres? ¿Toluca? ¿León? Cualquiera de ellos podría terminar siendo el campeón de la liguilla, pero sólo Pumas le daría un sentido distinto a la consecución de un campeonato. Su sentido de pertenencia, sus raíces, su sangre, el hecho de sentirse obligado siempre a acudir a su cantera, a su linaje, a su casi sagrada fórmula de combinar jugadores importados con elementos hechos en casa parece hoy una bocanada de aire fresco para una liga donde la nómina de los clubes luce atestada de futbolistas extranjeros o naturalizados. Pumas sería y significaría para el futbol mexicano, sin duda, un campeón diferente.

LOS ANGELES, CA.- No veo ninguna diferencia si un club como América, Tigres, Toluca o el León termina levantando el trofeo de campeón del futbol mexicano, pero sí percibo, en cambio, una esencia distinta si Pumas logra rubricar, con un título, la sólida temporada regular que tuvo.

Al final del día y más allá de la presencia de futbolistas extranjeros y naturalizados que apuntalan su nómina y le dan otro tipo de fundamentos en la cancha, Pumas es un equipo que vive siempre bajo la imperiosa necesidad de acudir a su cantera, a su sangre, a sus raíces. En la manera en la cual logra combinar y equilibrar a foráneos y a futbolistas de casa, está otra vez, el "secreto" de la fórmula que alguna vez comenzaron Renato Cesarini, el ingeniero Aguilar Álvarez, Bora Milutinovic, la familia Borja Navarrete y los grandes hacedores de la escuela de futbol de los Pumas.

A la gran temporada de jugadores como Sosa, Britos, Fidel Martínez, Gerardo Alcoba y hasta Daniel Ludueña, hay que destacar siempre los nombres del "Pikolín" Palacios, de Luis Fernando Fuentes, Van Rankin, Cortés, Eduardo Herrera, Quintana y algunos otros jóvenes que han aparecido en la campaña. Yo agregaría en este análisis al veterano paraguayo Darío Verón, un jugador histórico en Pumas -cuatro veces campeón en el club- que por su adaptación, condiciones, personalidad tendría que ser declarado ya como "naturalizado" de la cantera y de la sangre universitaria. A Verón, por su peso en la historia moderna de Pumas, no lo veo como un jugador extranjero o naturalizado. Él debe tener otro tipo de consideración o tratamiento. En ese "sagrado equilibrio" se ha justificado, históricamente, la capacidad de Pumas para competir. Gran parte del éxito recabado hoy se debe sin duda a dos personajes: el primero es Guillermo Vázquez, el entrenador, un tipo de perfil bajo, hecho justo a la medida de lo que debe ser y pregonar un entrenador de los Pumas. Cerca de él, Antonio Sancho, una antigua figura del medio campo universitario, que en los últimos tiempos se alimentó del conocimiento y la experiencia de otros celebres miembros de la escuela universitaria de futbol -Miguel Mejía Barón y Ricardo 'Tuca' Ferreti-. Entre Vázquez y Sancho le han devuelto a Pumas una fórmula de trabajo y un sentido competitivo que hoy le tiene como el gran favorito al campeonato.

Cada uno de los contendientes a la Liguilla del futbol mexicano está aquí por algún mérito y por el trabajo que han logrado desarrollar durante la temporada. Cualquiera de ellos, merecería levantar el trofeo de campeón, pero Pumas le da un significado distinto a esa condición. En una época donde la mayor parte de las nóminas de los equipos están inundadas de futbolistas no nacidos en territorio nacional, Pumas sigue siendo un equipo preocupado por el desarrollo de sus propios futbolistas, Pumas sigue acudiendo a su cantera, a su alma, a su espíritu, al orgullo de pelear en la cancha con una combinación de jugadores importados que le dan, es verdad, otro sentido para profundizar en el juego y con los famosos "Chicos del Pedregal", esos que tienen un linaje distinto, tipo de sangre especial, único, distintivo, la sangre de los Pumas.

Pumas y su eterna fórmula para hacer futbol: Por mi raza hablará el espíritu...

@Faitelson_ESPN