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Goose Gossage, ni muy, muy, ni tan, tan

Goose Gossage es un tipo amargado, que anda repartiendo improperios por el mundo, algunos merecidos, otros desacertados.

En una conversación de diez minutos con ESPN, Gossage la emprendió en duros términos con media humanidad, con palabras soeces y groseras, innecesarias, por muy miembro del Salón de la Fama que sea.

El ex lanzador de 64 años, que pasó 22 temporadas en Grandes Ligas, con 124 victorias y 310 salvamentos, la emprendió sin ton, ni son, contra el dominicano José Bautista, toletero de los Azulejos de Toronto, a quien calificó como ''una desgracia para el deporte''.

Gossage se refería a la manera de Bautista de lanzar el bate después de conectar un cuadrangular, específicamente al que pegó ante los Reales de Kansas City en la pasada serie de campeonato de la Liga Americana.

En iguales términos se refirió al cubano Yoenis Céspedes, de los Mets de Nueva York, otro que celebra efusivamente sus bambinazos y atrajo todas las miradas sobre sí al inicio de los entrenamientos primaverales con todo un despliegue de autos exóticos.

Pero el propio ex lanzador se contradice al criticar a los nerds que dirigen actualmente el béisbol desde las oficinas de las diferentes franquicias y que según él, están acabando con este deporte.

Se trata de muchachos jovencísimos, graduados con honores de las más prestigiosas universidades, que posiblemente jamás han pisado un terreno de béisbol y que ven el juego a través de sus computadoras.

Parte y parte, Goose, parte y parte. Las cosas no son ni muy, muy, ni tan, tan.

Es cierto que estos computines, niños bitongos y bastante poco atléticos dañan el juego con su visión sabermétrica de la vida, lo vuelven aburrido al imponer nuevas reglas que le restan colorido a un deporte que ha perdido, lamentablemente, arraigo entre los más jóvenes, aunque desde el punto de vista financiero goce de la mejor salud de su historia.

La regla 7.13, que impide a los catchers bloquear el plato, se impuso de manera provisional, a modo de experimento en el 2014, pero se ha quedado, sin que hasta ahora nadie se haya pronunciado sobre su perpetuidad.

Ahora una nueva norma regula los deslizamientos en la intermedia, en lugar de enseñar a campocortos y camareros a evitar a corredores malintencionados.

Pero volviendo a Bautista, Céspedes y otros flamboyantes celebradores de sus batazos, ahí Gossage ni siquiera acercó la pelota a la zona de strikes.

Si, como él dice, el béisbol se está volviendo aburrido, debería aplaudir a hombres como estos, que con sus chispazos energizan el juego.

Ellos, el dominicano Carlos Gómez, el cubano Yasiel Puig y el estadounidense Bryce Harper, de personalidades un tanto extravagantes, son necesarios en un juego que ha caído en la peligrosa corriente de lo ''políticamente correcto''.

Ahora resulta que sólo los pitchers tienen derecho a festejar sus éxitos, con guturales expresiones, miradas desafiantes y puños en alto.

Y encima de eso, algunos se creen como encargados de mantener la ética y la justicia, como Madison Bumgarner, estelar serpentinero que casi quería asesinar a Puig cuando este lo vaciló con un enorme bambinazo tras dejarse cantar dos strikes por el medio.

Por cierto, que la respuesta del jardinero quisqueyano de los Azulejos, al enterarse de las declaraciones de Gossage, fue un acto de clase, al calificarlo de gran embajador del béisbol y restar importancia a sus opiniones.

Sin llegar a la falta de respeto o la humillación, aplausos para los festejos de Bautista, Céspedes, Gómez o Harper y disfrutemos la última campaña de David Ortiz, porque cuando se retire, lo vamos a extrañar.