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Barça, el desconsuelo

BRISTOL-- Las definiciones son muchas: ha sido plano, sin continuidad ni conexión entre sus líneas, aparenta agobio físico, no profundiza ni insinúa hacerlo, juega para pasarse la pelota de uno a otro sin que el arco rival sea un objetivo evidente. Se pueden encontrar problemas en el Barcelona de las últimas tres semanas, pero identificarlos es más fácil que explicar desde afuera las razones que los causan.

Desde un lugar de análisis optimista, el Barcelona puede ser víctima de su propio éxito. Sí. Ha jugado más partidos que sus rivales directos por el título de Liga, todo por la disputa de trofeos en Georgia y en Japón, además del camino que lleva a la Copa del Rey. Hubo otras temporadas, con Guardiola por ejemplo, que incluían un bache como en el que ahora han caído. Coincidente con los meses de mayor concentración de partidos en el calendario de la Copa del Rey. Puede ser por esta acumulación de partidos, un problema físico, pero más profundo si se considera que llega el problema en abril y llegó ante un rival que exige contar con la mayor calidad física posible.

Puede ser que lo de Anoeta, la versión del 2015, no haya desaparecido del todo. Que aquello, la reconducción del camino entre plantel y técnico, haya sido maquillado por un compromiso de los jugadores derivado de su orgullo profesional, más que por respeto a quien los conduce. Es posible. Cuentan que aquello no se resolvió, solo se aprendió a convivir con la distancia. Todas las interpretaciones son posibles. El Barcelona, líder del hermetismo mediático que prevalece y crece en el mundo del fútbol, permite que las razones a los evidentes problemas, sean muchas y justamente, de variada interpretación.

Sin el trofeo más brillante de todos, quedan aún dos en disputa. El color de la Liga y la Copa ya no es tan radiante sin embargo. Ya no está "la orejona". Para el Barcelona tocará encontrar al Luis Enrique que recondujo aquel equipo del triplete. Recuperar el compromiso de los jugadores para volver a la idea de juego que invitaba a dominar la pelota para controlar el partido y encontrar el físico. El equipo está perdido en un mar de problemas, reconocibles y reconocidos. Encontrar los motivos que los llevaron ahí será el principio de la solución.

Quizás no sea una solución que llegue tan pronto como para que cambie el desteñido tono que le queda al resto de la temporada. Si el decaer de sus individualidades ha provocado este tropiezo, quizás es que no había tal equipo, solo jugadores.