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Chivas bebió la sangre derramada en el Clásico

Imago7

LOS ÁNGELES -- Un Campeón en crisis -como Tigres-ante un Subcampeonísimo con 19 años de crisis -como Cruz Azul-- , tratando de definir el último boleto a la Liguilla, queda como saldo morboso el penúltimo suspiro de la fase regular del Clausura 2016. Dos muertos con vida.

Pumas, subcampeón vigente, espera agazapado que La Máquina y los Tigres empaten, para intentar vencer al sublíder América y meterse a la Liguilla. Pumas con vocación de hienas.

Y los siete ya invitados a la Fiesta, de momento, rebasan, algunos con lo mínimo, el 50 por ciento de productividad en el torneo. No es garantía de nada, pero el cierre de Chivas y Morelia, hace 16 jornadas, candidatos a la horca, agrega efusividad a las expectativas y a la expectación. Saltaron del Miércoles de Ceniza al Martes de Carnaval.

Si bien con un 3-3 fastuoso, por caminos distintos, pero Monterrey y América se tomaron en serio el diagnóstico de final anticipada, y retribuyeron uno de los mejores partidos del Clausura 2016, y que deja la incógnita abierta para la despiadada especulación. O fue sólo el veneno de rencillas particulares.

Con Chivas saltando de la miseria a la opulencia, en un ritmo codicioso y amenazador, llega al desenlace como la segunda mejor defensa después de un Pachuca, que en el pelotón de León y Santos, anhela a terminar en el subliderato. Hay veladoras encendidas.

Ojo. Históricamente, los Clásicos Nacionales suelen condenar a la víctima. Ocurrió lo contrario. Chivas se bebió la sangre envenenada y derramada ante América y se fortaleció con ella. Desde entonces, 16 puntos de 18 posibles. América creyó darle un beso de muerte, sin saber que era una exhalación de resurrección.

Hoy, sin duda, más allá del juicio sumario de la Tabla de Posiciones, ciertamente el rival que nadie quiere en Liguilla, después de Monterrey, es el Guadalajara, incluso por encima del inestable América. ¿De la tumba al altar, con un guión de Stephen king?

Por encima de su omnipresencia en las tribunas y en la dinámica de la cancha, una cifra impresionante: en los recientes seis encuentros, el Rebaño ha sido el equipo con más posesión de balón, acumulada proporcionalmente en todo el torneo: 73 por ciento. La mujer de todos, la pelota, la ha hecho suya.

Esta cifra, que a veces se estigmatiza por engañosa, sin embargo, resume una eficacia en posesión de balón y posicionamiento en cancha: es el equipo que más rápidamente ha recuperado el balón después de perderlo, a partir de estas seis más recientes jornadas. Ladrón que roba a ladrón...

Insisto en una vieja convicción: lo que mejor le puede pasar al futbolista mexicano es la salud deportiva de Chivas, especialmente cuando varios de los finalistas y posibles finalistas, existe el lujo indiscriminado de colocar hasta ocho o nueve no nacidos en México dentro de la cancha. El jugador azteca es inmigrante de su propia liga.

Ojo, no es ni chivismo ni chauvinismo, ni patrioterismo, es, simplemente, el Guadalajara, el último reducto en México, donde en verdad se cree -por necesidad, cierto-en la postura y compostura del futbolista mexicano, toda vez que las canteras históricas de América, Pumas y Atlas, suenan casi más a mito que a leyenda, pero están muy lejos de ser futuro.

Porque Las Chofis, los Pérez, los Cisneros, los Zaldívar y demás, mueren estrangulados por los Herodes hipócritas y mercenarios de los otros 17 clubes. Compran, la mayoría, en tianguis del autoengaño y la voracidad.

Así, en el cierre de este Clausura 2016, la atención se concentra en una sola cita: un Tigres que ha perdido dos finales importantes casi de manera consecutiva: Libertadores y Concachampions, ante un adversario como Cruz Azul, doctorado amarga y lánguidamente en la carrera podrida del Subcampeonísimo.

Y cuidado, ya se sabe, ese Alien de la Liguilla, ese Octavo Pasajero de la discordia, ya está visto, puede ser al aguafiestas de todos los inescrupulosos pronósticos, bajo ese dogma suicida de todo que ganar y nada que perder.