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#TBT: La huelga de los árbitros de MLB en 1999

Richie Phillips fue el encargado de la asociación de átbitros de MLB que se fue a huelga y provocó choques con la alta gerencia de las Grandes Ligas. Denis Poroy/Getty Images

En cierto sentido, la historia de las Grandes Ligas se asemeja a la formación de una galaxia.

Primero, muchos años de relativa calma (Desde 1876 o 1903, dependiendo de si contamos a partir de la creación de la Liga Nacional o de la incorporación de la Liga Americana, hasta 1966); luego, explosiones y fenómenos traumáticos (De 1966 a 1999); y por último, un período de estabilidad con planetas básicamente amenazados solo por uno que otro meteorito (1999-2016). Al referirnos al período 1966-1999 normalmente destacamos las ocho huelgas (decisión de los jugadores) o paros laborales (decisión de los equipos) y dejamos a un lado una confrontación importante iniciada en 1999 y culminada un 12 de mayo pero del 2001.

Este #TBT se lo dedicaremos a la renuncia masiva de los árbitros de las Grandes Ligas en 1999.

Una de las virtudes de Marvin Miller como director del sindicato de jugadores de Grandes Ligas o MLBPA fue ser agresivo en su estrategia pero al mismo tiempo paciente. Entender el momento indicado de actuar y no simplemente actuar. Por esa razón la MLBPA pasó de ser un sindicato sin fuerza a convertirse en el más poderoso de los Estados Unidos en unos 20 años. La institución es un reflejo del liderazgo que la guíe, tan sencillo como eso.

En el caso de los oficiales, su historia laboral tiene otras particularidades. Por décadas los árbitros trabajaron directamente para cada una de las ligas. Incluso, si no lo recuerdan, los oficiales de la Liga Americana tenían una zona de strike distinta a los de la Liga Nacional. En 1998, Bud Selig anunció un plan de eliminar la Liga Nacional y Liga Americana como entes independientes y absorber, en la Oficina del Comisionado, el control absoluto de los árbitros y sus contratos y beneficios. Inmediatamente comenzaron los roces entre la Asociación de Árbitros de Grandes Ligas (sindicato), su director Richie Phillips y el Comisionado de MLB.

Richie Phillips, que además era oficial veterano, había dirigido la Asociación de Umpires por unos 20 años logrando victorias significativas en tres huelgas (1979, 1984 y 1985) que, por cierto, no acapararon tanta atención como los conflictos laborales de los peloteros. En 1998, luego del anuncio de Selig, Phillips realizó una serie de reuniones con el Comisionado buscando aclarar esa nueva relación laboral y todos los inconvenientes de cambiar una estructura tan drásticamente. Fueron momentos tensos y de mucha agresividad de ambas partes.

Cansado de no lograr avances en su relación con Selig, Richie Phillips optó por implementar un plan que debe ser una de las peores estrategias laborales en la historia de MLB. El director de la Asociación de Umpires le pidió a todos sus miembros que renunciaran pensando que MLB se asustaría y terminaría contratándolos nuevamente con mejores beneficios. 57 de 60 umpires apoyaron inicialmente a Phillips en la renuncia masiva pero a medida que pasaban los minutos muchos comenzaron a rectificar. Al final, solo 22 umpires firmaron la carta de renuncia en 1999.

Selig, por su lado, no solo no se preocupó sino que ya se había ocupado al poner en marcha un plan oculto de incorporar a umpires de ligas menores como reemplazo y demandar al grupo de 22 debido a que, según sus contratos, no podían hacer huelgas o estrategias con ese mismo fin. MLB logró triunfar en un tribunal federal dejando en la intemperie a los 22 umpires que habían renunciado. En esos casos, el Comisionado simplemente les aceptó la renuncia y, además, les hizo firmar un paquete económico que no correspondía con lo que debían recibir contractualmente en lo que, indudablemente, fue simplemente un abuso de poder.

La consecuencia principal de todo ese terremoto fue que el nuevo grupo de umpires eliminó la Asociación de Umpires y expulsó a Richie Phillips de sus filas. Luego crearon otro ente para su defensa.

Poco tiempo más tarde, los 22 umpires que se fueron y se les aceptó la renuncia decidieron demandar a MLB vía arbitraje. Mientras ese proceso resolvía sus casos muchos se fueron a las menores ganando sueldos miserables, otros dejaron el oficio o se retiraron y algunos, como Eric Gregg, terminaron vendiendo artículos en los estadios. Un 12 de mayo pero del 2001, el árbitro Alan Symonette ordenó a MLB la recontratación de 9 de los 22 umpires, conjuntamente con el pago de los sueldos dejados de cancelar en ese tiempo, al considerar que MLB no había actuado de buena fe. Evidentemente que MLB se enfureció con la decisión de Symonette y acudió a los tribunales pidiendo su anulación. Un juez federal le dio la razón al árbitro y proceso de arbitraje y allí terminó todo.

Si el club de los peloteros de Grandes Ligas es exclusivo (unos 700 por temporada) el de los umpires es súper exclusivo, ya que solo hay 68 en las mayores (4 por juego y 8 suplentes). El sueldo actual de un oficial de primer año está por los 120 mil dólares anuales y en el caso de los que tienen más experiencia esa remuneración puede llegar a los 350 mil dólares. Además, viajan en primera clase, se quedan en hoteles 5 estrellas y tienen viáticos de 340 dólares diarios. Todo eso lo han ganado poco a poco desde 1999.

Pero de algo estamos seguro: a más nadie se le ocurrirá la brillante idea de renunciar masivamente para presionar a MLB y lograr mayores beneficios. Ese planeta gira calmadamente alrededor del sol.