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Giancarlo Stanton es por ahora un fraude vestido de pelotero

Sin contar los 25 millones de esta temporada, a Albert Pujols todavía le faltan por cobrar 140 millones de dólares de su contrato, aun cuando ya no es ni la sombra del pelotero que ya tiene suficientes números para entrar caminando al Salón de la Fama de Cooperstown.

Lo de Pujols se veía venir. Cuando los Angelinos de Los Angeles lo firmaron por 240 millones y diez campañas en el 2012, el toletero dominicano ya tenía 32 años de edad y era una utopía pensar que rendiría a su máximo nivel hasta los 42.

De hecho, sus números habían comenzado a decrecer paulatinamente en sus años finales con los Cardenales de San Luis, aunque todavía eran cifras envidiadas por la mayoría de los mortales.

Eso no lo vio Arte Moreno, dueño de los Angelinos, cuando le dio el megacontrato que cuando se aproxima a la mitad de su término, ya se ve como uno de los peores de la historia.

De todos modos, Pujols sigue aportando ganancias y en el 2015 fue el decimoctavo pelotero que más camisas vendió en todas las Grandes Ligas, aun cuando su desempeño con el madero depare flashazos de su grandeza de antaño.

Pero duele pagar tanto dinero por alguien cada vez menos efectivo, con todo y su nicho garantizado en el Templo de los Inmortales.

Y si bien Moreno debe estar lamentándose por la fallida inversión, el que tiene que estar halándose los pelos es Jeffrey Loria, el propietario de los Miami Marlins: si lo de Pujols fue un error, lo de Giancarlo Stanton es un fraude.

Con bombos y platillos, Loria anunció en el invierno del 2014 el pacto que convertía a Stanton en el deportista mejor pagado de la historia: 325 millones.

Desde el comienzo, muchos dudaron si el jardinero derecho de los Marlins merecía tanto dinero, pues si bien es cierto que es uno de los bateadores de mayor fuerza que hayan pisado un terreno de béisbol, sus deficiencias en la caja de bateo lo hacen demasiado vulnerable y lo llevan por ratos al grado de la mediocridad extrema.

Las últimas semanas han sido catastróficas para Stanton, quien en la reciente subserie de tres juegos ante los increíbles Filis de Filadelfia se fue de 10-0 con nueve ponches.

En los últimos 11 partidos, el cuarto bate de Miami ha tenido muy poco que aportar, con cuatro hits en 37 turnos y 16 chocolates.

No es sólo la cantidad de abanicados, sino la manera en que luce, con swings ridículamente descoordinados.

De sus 11 jonrones, seis han sido con las bases limpias, mientras que con hombres en posición anotadora y dos outs, lleva de 15-0 y ocho ponches.

Es cierto que cuando le pega a la pelota, la envía más lejos que nadie, pero como dijo en su momento Ozzie Guillén cuando dirigió a los Marlins, lo importante no es que dé jonrones largos, sino que lo haga muchas veces.

En lo que va de temporada, ha abanicado 48 veces en 132 turnos al bate, o lo que es igual: se poncha en el 36.3 por ciento de sus visitas al plato.

A eso súmenle su propensión a las lesiones, que le dan un promedio de sólo 106 juegos por temporada.

Es cierto que el contrato está estructurado de una manera en la que Stanton cobrará un tercio aproximado del dinero en la mitad del tiempo del acuerdo y le da la posibilidad de salirse en el séptimo año para buscar un nuevo pacto en la agencia libre.

Tal como van las cosas, Loria debe estar rezando y encendiendo velas porque el jugador opte por romper el contrato, aunque a este paso es difícil que algún otro equipo se aventure a morder el anzuelo llegado ese momento.