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#TBT: El genio publicitario de Bill Veeck en Grandes Ligas

Eddie Gaedel, con apenas 3 pies 6 pulgadas de estatura, recibió un contrato de un día en 1951 con los St. Louis Browns, idea de Bill Veeck. AP Photo

Los días de promociones y actividades especiales en los estadios de Grandes Ligas son cada vez más predecibles y aburridos.

El cuento es básicamente el mismo, celebraciones del día del padre y la madre, muñecos cabezones, camisetas de baja calidad, recordatorios de fechas militares y reconocimientos locales a jugadores que han hecho historia. Todo muy controlado por MLB para evitar problemas. Pero eso no siempre fue así.

Hace relativamente poco, un dueño de equipo revolucionó el mundo de los eventos especiales y sorpresas en los estadios de una manera que sería absolutamente impensable en 2016. Hoy recordamos varias ideas, incluyendo un evento realizado un 26 de mayo pero de 1959, de la mente un poco extraña del gran Bill Veeck.

En 1951, como dueño de los San Luis Browns, Bill Veeck le dio un contrato por un día a Eddie Gaedel convirtiéndolo en la persona de menor estatura en agarrar un turno en las Grandes Ligas. Gaedel media 1 metro 9 centímetros (3 pies 6 pulgadas) y salió al terreno con zapatos de duende y mostrando el número 1/8. La instrucción era que no no hiciera swing y se agachara en el home lo más posible para así reducir aún más la zona de strike. Gaedel se embasó por boleto y luego fue sacado por un corredor emergente.

Vale la pena recordar que en 1951 los equipos solo tenían que enviar los contratos de los jugadores a la Oficina del Comisionado sin necesidad de esperar una aprobación. Ese detalle fue aprovechado por Veeck en la firma de Gaedel al resultar evidente que todo era parte de un show publicitario. A partir de ese momento, el Comisionado de MLB debe dar el visto bueno a todo contrato antes que se pueda incluir al jugador en el roster.

Pero esa no fue la última aparición de Eddie Gaedel en un estadio de MLB. Un 26 de mayo de 1959, en una de las ideas más extrañas de Bill Veeck ahora como dueño de los Medias Blancas de Chicago, Gaedel y otros tres enanos descendieron de un helicóptero en pleno juego vestidos de extraterrestres y con pistolas laser de mentira, mientras el anunciador interno gritaba: "llegaron los marcianos, llegaron los marcianos". El pequeño grupo le dio la mano a Luis Aparicio y Nelly Fox y le regalaron las pistolas para luego desaparecer en el helicóptero. Eso, señores, es algo que yo pagaría por ver.

La relación Veeck-Gaedel continuó incluso luego de esa aparición como marciano. En 1961 Veeck decidió contratar enanos como vendedores en el Comiskey Park para así no entorpecer la vista de los fanáticos. Uno de esos vendedores era Gaedel. Ese plan no duro mucho.

Ahora, sin lugar a dudas que la promoción más polémica de Bill Veeck fue el "Disco Demolition Night".

La música disco se había apoderado de las radios en los Estados Unidos en los años 70s. En 1977, la película Fiebre del Sábado por la Noche le dio un empuje adicional a esa moda que estaba, al mismo tiempo, enfureciendo a muchos amantes del rock.

Inspirado en ese odio, a Bill Veeck se le ocurrió la gran idea de estallar una montaña de discos de pasta de larga duración con música disco en el intermedio de un doble juego entre los Medias Blancas de Chicago y los Tigres de Detroit un 12 de julio de 1979. Más de 50.000 personas pagaron la entrada (normalmente esa temporada se vendían 8.000 entradas por juego). La gran mayoría de los asistentes lo que querían ver era la explosión y no el juego, así que cuando llegó el momento todo se salió de control. El terreno se dañó automáticamente por la detonación y el fuego. Muchas de las 50 mil de personas saltaron de las gradas para bailar alrededor de la gran fogata y celebrar de manera enloquecida sin que la seguridad pudieran hacer nada. El segundo juego fue suspendido.

Veeck fue un genio que, a pesar de generar muchos enemigos entre los otros dueños de equipos, todavía hoy lo recordamos por su osadía a la hora de explorar más allá de lo que el fanático estaba acostumbrado a ver. Ese tipo de iniciativas murieron con él en 1986. Ahora nos debemos conformar con unos muñecos cabezones que no se parecen en nada a los jugadores o camisas de mala calidad que duran tres lavadas.