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Amenaza más al Tri su afición que sus rivales de Concacaf

CHARLOTTE -- La afición y la aflicción mexicanas cohabitaron en el Georgia Dome de Atlanta. Entre el gozo y el pozo.

La afición saboreó su catarsis. Ese alarido que es estertor para la FMF e insulto para la FIFA y folklore para la raza: "Eeeeeeeeeh p...o".

Y retumbó con más ahínco, con más decibeles, como si la vida les fuera en ello. Y los que vivían en el anonimato genuino de la imparcialidad se agregaron al carnaval. Estadounidenses y paraguayos alargaron el coro que la FIFA ha clasificado como discriminatorio.

Había dicho el viernes Juan Carlos Osorio que "es un grito que no pretende ofender a nadie". La mexicanización de buena fe del colombiano. Dos naciones unidas por riquezas culturales, devoción futbolística, y el flagelo criminal y sanguinario del narcotráfico.

Guillermo Cantú reconoce su sobresalto. Su oído no era taladrado en el Georgia Dome por el fandango, sino por las represalias de FIFA. No lo dice Cantú, pero es así, de la hipócrita FIFA. Se da baños de pureza tras décadas de decadencia moral con su Nerón supremo: Joseph Blatter. La prostituta reclama su virginidad.

México recibe multas y las apela, las repela, y se... resigna. Y Guillermo Cantú enciende la antorcha dispuesto a quemar sus naves. Y lo sabe, con él a bordo.

Cuando las multas se acumulen y una de ellas derrame el vaso de la falaz paciencia de FIFA, entonces la comadrona con disfraz de doncella que regentea Sodoma y Gomorra sacará la guadaña.

Y entonces comenzarán los vetos de estadios, los juegos a puerta cerrada. Hasta que el Tri termine siendo un indigente en su propio país. Recurrirá al asilo deportivo en EEUU.

Guillermo Cantú y la misma FMF tienen miedo siquiera a pensar en las consecuencias extremas. Pero las amenazas existen. Lo reconocen. Lo aceptan, aunque no lo divulguen.

El pánico no es hacia las multas. Ninguna federación de futbol de América, ni Brasil, administra más de 650 millones de dólares en un ciclo mundialista. Dinero hay, pero...

1.- Recordemos que el único país suspendido drásticamente por el uso de cachirules ha sido México, y ocurrió en 1988, a pesar de haber organizado ya dos magníficas Copas del Mundo.

Porque a Brasil también se le descubrieron actas falsificadas y jugadores por encima de la edad permitida y la FIFA, hipócrita y farsantemente, cerró los ojos. México es un país frágil y tentador para imponer sanciones ejemplares.

2.- ¿Está mas en peligro el Tri de no ir al Mundial por el grito mencionado que por la fortaleza de los rivales del área de Concacaf? Así lo percibe la FMF.

La tozudez de la afición con el alarido de "eeeeeeeeeh p...o" es la verdadera Espada de Damocles sobre el pescuezo mexicano, más que el nivel de la zona, con varias selecciones en transición.

3.- En la acumulación de sanciones, en la desesperación malsana, iracunda y frustrada de FIFA, podría simplemente determinar dejar fuera de la eliminatoria mundialista a México. "Por desacato reiterado".

4.- O si en el Mundial de Rusia florece el grito la sanción podría ser extremadamente severa. Más allá de que la afición mexicana piense en desaforar su garganta gritando el apellido del presidente ruso Vladimir... Putin (y se pronuncia Pútin).

La FMF busca soluciones, pero también sus apelaciones han sido rechazadas, mientras hurga en nuevos mecanismos de defensa, porque ya espera la multa y la amonestación por el fervor destemplado en Atlanta, y porque existe el riesgo de que el coro surja en San Diego y hiera los castos oídos de la Santa Inquisición en Zurich.

"Les demostré (a FIFA) que en Vancouver eran aficionados canadienses gritando así, y sólo un mexicano entre ellos, y me dijeron que 'por ese mexicano te castigamos'", reveló Cantú el sábado por la noche, tras el 1-0 de México a Paraguay.

1.- Algunos grupos consolidados defensores de la homosexualidad en México han manifestado con seriedad que el aleluya sardónico de la tribuna mexicana no los enfada ni los insulta, porque entienden, como explica Osorio, que no es una manifestación de repudio, sino de jolgorio para presionar al portero.

2.- Pedirían a los jugadores mexicanos que al despejar el portero contrario, recuperaran el balón para arrojarlo por la línea de fondo, para que el portero despeje nuevamente. Y si el grito continúa, seguirlo haciendo hasta hacer entrar en razón a la fanaticada.

3.- Pedir al portero contrario, con el aval arbitral, que no haga el despeje de meta, hasta que se silencien los gritos, cuantas veces sea necesario en el partido, y pedir apoyo al sonido local.

4.- Que cuando se disponga el portero a despejar, los seleccionados mexicanos se abrecen en media cancha, o se paren ante el portero para impedir el despeje, con la comprensión del silbante.

5.- Contratar a compositores y músicos para dotar a la tribuna a nivel nacional de cánticos deportivos, de apoyo genuino a su equipo, y sin énfasis en insultos sobre el adversario, lo cual raya casi en la inocencia y el candor.

Lo ridículamente irónico, lo patéticamente incomprensible, es que los dos próximos Mundiales que ha otorgado la FIFA son en dos naciones con un cínico, criminal y amenazador odio hacia la homosexualidad, incluso con castigos físicos y pena de muerte, como en Rusia y Catar.

Quedan preguntas abiertas, como si la FMF ha contratado a los mejores abogados posibles en el mundo para apelar estas decisiones, e incluso para tener la astucia de llevarlos al TAS (Tribunal de Arbitraje Deportivo). Aunque, cierto, la reacción podría ser más enconada y visceral.

Ideas sobran. Factibilidad para llevarlas a cabo, es el problema, porque aunque algún sector de la afición lo comprenda, no faltarían los vándalos que eligieran seguir con el grito.

La realidad es que en este momento, aunque no lo promulgue la FMF, la principal aflicción del Tri es su propia afición.