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El candado de Tabárez y las ganzúas de Osorio

GLENDALE, Arizona -- Pocos antecedentes oficiales y mucha igualdad de fuerzas. México frente a Uruguay. Debut de ambos en la Copa América Centenario. La madre, o abuela, de todas las Copas América.

El 'Tri' en una nueva travesía con nuevo timonel. La Celeste en una vieja travesía con un viejo lobo de mar. Y la arena del Estadio de la Universidad de Phoenix como campo de batalla, en la frigorífica burbuja de un infierno rondando los 119 F.

México llega con una estela relumbrante en números. Juan Carlos Osorio maneja su gestión invicto y sin recibir goles. Detrás de los números, hay un truco.

El saldo es en juegos oficiales de Concacaf y juegos amistosos con Conmebol y anexas. Este domingo, con Uruguay, es un escenario nuevo, agreste, emboscado, para esta zarpante ilusión mundialista. Entre el espejismo y la utopía.

Enfrente, Uruguay. Ávido bebedor del cáliz supremo de Conmebol es más que todos en su zona, ganador de más de estos trofeos que siete países juntos.

Llega chimuelo, pero desdentado. La Celeste, ha perdido los colmillos de su garra... en todos sentidos. El más sangriento --en todos sentidos-- ejecutor en las áreas del universo está fuera de la cancha, pero dentro de la cámara de milagros: Luis Suárez.

Washington Tabárez es todo lo contrario de su adversario. Mientras Juan Carlos Osorio improvisa y pone canicas en un tablero de ajedrez si es necesario, por su parte, el técnico de Uruguay aprieta hasta que dejen de rechinar los muros de acero de su cortina.

Uruguay refuerza su candado y México ensaya sus ganzúas. El primero tiene eficiencia probada. El segundo sólo ha ensayado con cerraduras conkakafkianas.

No está Suárez, pero Cavani es un depredador y Rolán o Stuani o Hernández se agregan a su comando suicida, de un equipo que tiene a la mejor defensa central del mundo, y a los mejores recuperadores de balones de las medias canchas.

Osorio duerme resolviendo crucigramas en matiz celeste, mientras Tabárez sabe que su jauría sólo necesita olisquear la sangre del rival para salir de cacería.

El técnico del 'Tri' sigue convencido de que sus once piezas pueden y deben desplegarse como 33 en la cancha. El don de la ubicación y el milagro de la ubicuidad es un ejercicio de perfeccionamiento diario.

Osorio sabe lo que tiene en la cancha. Antes de firmar su contrato con el 'Tri' creía saber lo que tenía. Después de siete partidos de exigencia variable, el colombiano sabe que lo que tiene es mejor que lo que suponía. Y lo pondera: hay futbolistas comprometidos y disciplinados. Con ese mármol pretende construir un símil del Acrópolis ateniense.

Uruguay y México tienen cinco encuentros de realce. Dos victorias para el 'Tri', dos para Uruguay y un empate.

Una victoria del 'Tri' duele. México le arrebata el tercer sitio en la Copa América Venezuela 2007. Hugo Sánchez vivió ahí su clímax como DT del 'Tri', pues llegaba de perder, ominosamente, la Final de la Copa Oro ante EEUU.

Pero al 'Tri' le supura aún la derrota ante Uruguay en Sudáfrica 2010. Haber ganado entonces habría significado para el 'Tri' evadir a Argentina en la siguiente fase. Pero Javier Aguirre le hizo el homenaje supremo al corazón infatigable de las fatigadas piernas de Cuauhtémoc Blanco.

Pero la relación entre México y Uruguay se trenza en otros terrenos. Importantes jugadores uruguayos llegaron a la Liga azteca, tal vez Roberto Matosas (padre de Gustavo), el más icónico de ellos, pues, además, aún conserva de titular la camiseta del River Plate de todos los tiempos.

Y se puede agregar a Walter Daniel Mantegazza y a Roberto Scarone, porque Juan Ramón Carrasco llegó a pedir su jubilación con una pensión vitalicia en el asilo de Tecos, donde sí descollaron el Patoruzú Alzamendi y el Oso Salazar.

Y entre sus zacapelas hay una histórica. Octubre 31 de 1984. Uruguay 1-1 México. Carlos Muñoz por el 'Tri' y Amaro Nadal por La Celeste. Al final del partido, los charrúas querían sangre. Especialmente la de alguien: Javier Aguirre, quien salía de la cancha con la camiseta con manchas escarlatas.

"No, no es sangre mía, es de esos cabrones". Los relatores se indignaban. Un mexicano había sido más uruguayo que los uruguayos.

Pero este domingo es una historia nueva. Uruguay pretende demostrar que no hay, como ya lo ha hecho, #SuarezDependencia y México, con un comando nuevo, puede acceder al protagonismo de nuevo en una Copa América.

El vencedor de este juego sabe que se asomaría a la segunda ronda del torneo, aunque Jamaica y Venezuela tienen su propio discurso y su propia querella.