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México, a sanar y purificarse... en Columbus

LOS ÁNGELES -- Eso que llaman destino esconde aún cinco de las cartas del Hexagonal Final de la Concacaf.

Una de esas seis cartas, la única identificable, pero maltrecha, mancillada siete veces, es la de México.

Vía el sorteo insorteable de Concacaf, México terminó como el equipo C1. El azar, dicen los tahúres del futbol regional. Y de azahar debe ser el té tranquilizante del seleccionado mexicano.

Arrancaría el Tri este Hexagonal con dos juegos de nómada, con un lastre voluminoso y pesado, tras el 7-0 ante Chile. Los esqueletos pesan más que las esperanzas.

El primero de esos viajes sería a su Waterloo conkakafkiano: Columbus, donde Estados Unidos ejerce como sanguinario ejecutor con el 2-0 como epitafio más común. Más que una cancha, es una mesa de autopsias para el Tri.

El segundo viaje sería a Panamá, donde ya lo han abierto en canal. No hay nada garantizado, pero con el 7-0 como lápida itinerante, como concha del caracol penando, hay un trauma acumulado.

El némesis del Tri, por antonomasia, Estados Unidos, es segundo del Grupo C, detrás de Trinidad y Tobago. La horda vacilante del vacilante Jürgen Klinsmann visita a San Vicente y recibe a Trinidad y Tobago. Dos victorias y asegura el aquelarre en Columbus ante México.

El destino del Tri en los dos juegos siguientes, se lo disputan Panamá y Costa Rica. El amo de ese vecindario viajaría al Estadio Azteca, y el segundo lo confronta de local en la segunda fecha. Al lado de ambos, canaleros y ticos, se solidariza el estigma trashumante del 7-0.

Varias conclusiones tras el sorteo de Concacaf. Un sorteo, insisto, sin bolas negras o blancas, calientes o frías, lisas o grabadas. El cinismo no necesita de disfraces. Acomoda las piezas con el domino de la ambición.

1.- Bendito destino. O bendita malicia conkakafkiana. La lógica indica que EEUU debe terminar como líder de su grupo. Y por tanto preparar al matancero en Columbus, tierra de sacrificios mexicanos.

2.- ¡Qué magnífica oportunidad para el Tri! ¿Habría alguna oportunidad mejor de penitencia, de contrición, de redención al estigma eterno del 7-0 que sublevarse a su condición de víctima ante EEUU? La purificación oportunista.

3.- Todos los involucrados en el dantesco 7-0 han desfilado por los callejones del terror, ofreciendo disculpas, dándose golpes de pecho de un mea culpa irracional. Todos lo han hecho, desde directivos hasta jugadores. El fracaso tiene nombre y apellido. Los acusados son su propio verdugo.

4.- Pueden y deben meterse a Columbus y hacer valer esa petulancia, esa soberbia, con las que soltaron confeti precipitado al anunciar, en aquella memorable conferencia de prensa, que México pretendía ser finalista y ganar en la Copa del Centenario. Se atragantaron de fatuidad.

5.- Esa afición que "con tres victorias va a olvidarse del 7-0", según Andrés Guardado, ¿perdonaría con la proeza en Columbus y restablecería, con resquemores, una tregua ante el Tri? Muy probablemente. Lo de Chile hiere pero no duele. Las masacres en Columbus, sí.

6.- Klinsmann y sus huestes, en su peor momento, podrían ser sepultureros de un proceso proyectado hasta 2018 con Juan Carlos Osorio, o, podrían, también ser El Purgatorio en el que México pague la penitencia.

Ojo: más allá de las visitas a Columbus y Panamá o San José, el tercer juego, ya de local, México sabe que podría no jugarlo en el Estadio Azteca.

Sin duda, en el juego restante de fase de grupos, en septiembre, ante Honduras, en el Estadio Azteca, la afición aprovechará para fustigar, a propios y extraños, con el grito de "Eeeeeeehhh...".

Y la Comisión de Selecciones Nacionales sabe que con los apercibimientos y multas recibidos, si el 6 de septiembre se mantiene el estruendo de ese grito, el juego de debut como local en el Hexagonal Final ya no será en el Azteca, sino en un estadio alterno, e incluso, hasta a puerta cerrada.

¿Alguien duda que Panamá y Costa Rica se fortalecerían enfrentando al Tri, en esa tercera fecha en otros escenarios que no sea el Azteca, o incluso en éste, con la tribuna solitaria?

Pero, sin duda, ante la intrascendencia para el Tri, de los juegos en El Salvador y con Honduras, la gran oportunidad de reivindicación de Osorio y su grupo se presenta ahí: debutando con una victoria en el Hexagonal en visita a Estados Unidos. Tataría de ser Ave Fénix en su recurrente horno crematorio.

A propósito, en redes sociales, ya las aficiones centroamericanas están advirtiendo que cuando visite México, le van a castigar con el grito de "Eeeeeeeeehhh... Siete".