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Damnifica más a México la 8/10 que el 7-0

LOS ÁNGELES -- Se desgarran algunos las vestiduras. Y se cortan las venas femorales con cáscaras de tequila. Y se tiran al drama como plañideras de funerales sin consumar y sin consumir. El lamento realista del surrealismo. Cocodrilos de lágrimas secas.

Y todo porque, técnica y reglamentariamente, futbolistas mexicanos son desterrados en México. Todo porque futbolistas mexicanos son expatriados en su propia patria. O porque se les discrimina por la traición de un reglamento discriminatorio.

La regla 8/10. O 10/8, como quiera. El orden de los factores no altera la soberana estupidez del futbol mexicano. Y que si Pereira, Salcido, Baca y demás son más mexicanos que unas tlayudas de huevo, nopales y epazote, ahora deben jugar como extranjeros.

"Que les devuelvan la patria que les robaron", proclaman los puristas embistiendo al frágil adobe de un reglamento torpemente redactado, como si la jugarreta de la estulticia entre los escribanos iletrados de la FMF mereciera tanta pólvora mojada y barata. Cohetones sin mecha.

Ya se sabe, y en este espacio bloguero desolado se ha reiterado, que el disfuncional analfabetismo funcional con que operan Decio de María y su FM(a)F(ia), no les alcanza para redactar 140 caracteres en Twitter. Menos pues, claro, redactar un edicto anticonstitucional, constitucionalmente disfrazado.

Decio ha montado grandes farsas de sus proyectos porque ha contado con la artesanía de dos tipos astutos y minuciosos, como Alejandro Irarragorri y González Ornelas. Ellos construyen la magnífica obra llamada Liga MX ó Código de ética, etcétera... y Decio corta el listón. Y paga los favores. O lo intenta...

Sólo que esta vez, De María se pensó autosuficiente. Pero a esta, la primera banca que construyó solo, se le olvidaron las patas.

Por eso, ensayar y ensañar un ataque contra apenas un párrafo que refleja idiotez, sin enfilar contra todo el proyecto obsceno y absurdo, es, tibia y pusilánimemente, como agarrar a patadas a un histérico chihuahueño cuando la amenaza babeante es una jauría de mastines rabiosos.

La bobería redactada se soluciona con una enmienda en el reglamento, más allá de que permanezca como parte destacada del prolífico anecdotario de deslices bufonescos en la historia de la FM(a)F(ia). La comedia involuntaria de Decio deleitaría a Los Tres Chiflados, quienes alguna vez soñaron con ser cuatro. Falta de casting.

Porque, obvia y saludablemente, no todos los molinos de viento requieren del ocio de un Quijote desempleado.

En el obsesivo afán lúdico por exhibir la ya conocida incapacidad administrativa y legislativa de la FMF se obvia, se oculta o se disfraza, supongo que inconscientemente, que entre el total de los 45 jugadores extranjeros que se agregaron al torneo mexicano, se consumó una operación cercana a los 120 millones de dólares.

Y además se oculta que estas 45 operaciones generaron comisiones jugosas que se repartieron entre apenas seis promotores que controlan, subrepticia, descarada, legal o ilícitamente el mercado mexicano.

Nuevamente queda en claro que la ubre de la corrupción siempre es generosa. Y renovable. E inagotable.

Y además, cerca de 53 jugadores mexicanos menores de 20 años fueron enviados a la Liga de Ascenso o regresados a equipos Sub 20 de sus diversos clubes, cuando presuntamente esta debería ser la temporada, el año de su gran oportunidad. ¿Cuántos renunciarán a este oficio al llegar a los 21 años?

¿Qué es más grave entonces? ¿Una brutalidad de los embrutecidos directivos o los brutales operativos de corrupción y las brutales acciones contra jugadores de fuerzas básicas? ¿Et tu, Brute? ¿Tú también Brutus?

Suena esto muy a México. A un país donde se ensañan masacrando manifestantes o periodistas, mientras prohíjan que narcotraficantes construyan tantos túneles que juntos, según la DEA, equivaldrían a un subterráneo desde Cancún hasta Tijuana.

Batallas pues, intrascendentes, por un extracto de un reglamento de la FMF que es, innegable y eternamente, la octava maravilla de la estupidez, olvidando lo relevante: que cuando uno se precipita al abismo, todo lo demás es espejismo.

Por eso, deja, dramáticamente, más damnificados la 8/10 que el 7-0.