<
>

Supersticiones en el béisbol

KISSIMMEE, Florida -- Las supersticiones son parte del béisbol como el bate, la pelota o el guante.

Por eso no es de extrañar que el posible entierro de una camiseta de los Medias Rojas de Boston en la base del nuevo estadio de sus rivales Yankees de Nueva York llame la atención al punto de merecer una mención especial en las noticias deportivas.

La noticia no es que una camiseta mezclada en el cemento pudiera afectar la fortaleza de la estructura del parque. Ni aún varias docenas de camisetas y pantalones, e incluso otros artículos, significarían un vicio de construcción que pusiera en riesgo la inversión de más de mil millones que se hace en la nueva casa de los Yankees.

Lo importante es que la camiseta enterrada es de los Medias Rojas, un equipo que pasó 86 años antes de ganar un título de la Serie Mundial, supuestamente por haberle vendido a Babe Ruth a los Yankees.

La "Maldición del Bambino", así se llamó a la sequía sin campeonatos que tuvo Boston entre 1918 y 2004. Pero claro, nadie ha explicado qué fue lo que pasó o de qué manera se rompió el conjuro para que los Medias Rojas ganaran la Serie Mundial dos veces en las últimas cuatro temporadas (2004 y 2007).

Los Cachorros de Chicago no asisten a la Serie Mundial desde 1945, a pesar de ser uno de los clubes más populares y rico de las Grandes Ligas. La explicación es que los Cachorros sufren la "Maldición de la Cabra de Billy" por no haber dejado entrar un fanático con su chivo al cuarto partido de la Serie Mundial entre Cachorros y Detroit.

Pero antes del episodio de la cabra en Wrigley Field, Chicago tenía 37 años sin ganar, por lo que en el 2008 están cumpliendo un siglo sin celebrar un título.

Y aunque parezca risible, hasta los egresados de las más prestigiosas universidades de Chicago (DePaul, Chicago University, etc.), Boston (MIT, Harvard, etc.,) y Nueva York (Columbia, NYU, Cornell, etc.) creen firmemente en esos razonamientos.

Quien no crea en las supersticiones, entonces no es fanático del béisbol. Un jugador que no crea en algún tipo de superstición, está en la profesión equivocada.

Algunos jugadores no cambian su ropa interior durante una buena racha de bateo. Los lanzadores abridores no ofrecen entrevistas el día de su asignación. Es poco probable que alguien en la cueva mencione a un pitcher que está lanzando un partido sin hits. Es normal que un jugador se deje crecer la barba hasta salir de una mala racha, mientras que otros se recortan al rape para conseguir el mismo objetivo.

¿Quién no ha visto un grupo de jugadores millonarios con las gorras al revés con el fin de provocar una reacción en la parte final de un partido que van perdiendo?

Como les decía, las supersticiones son parte del juego, de su esencia, de su cultura.

Roger Clemens no dejaba de tocar la figura de Babe Ruth en la zona de los monumentos cada vez que lanzaba en Yankee Stadium, una costumbre que comenzó cuando era el lanzador estelar de los Medias Rojas.

Turk Wendell, un lanzador que debutó con los Cachorros en 1993, se cepillaba los dientes en medio de cada entrada cuando abría un juego.

Ichiro Suzuki envuelve sus bates en papel de seda antes de colocarlos en una caja para que supuestamente no se golpeen mientras los trasladan de ciudad. De acuerdo al gran jardinero japonés, los utensilios de jugar tienen "alma" y hay que tratarlos con delicadeza.

Craig Biggio, Vladimir Guerrero y Manny Ramírez no permiten que limpien sus cascos de batear durante toda la temporada y Moisés Alou, quien al igual que Guerrero es miembro del reducido grupo de jugadores de Grandes Ligas que no usan guantillas para batear, lava sus manos con su propia orina para hacerlas más firmes durante la temporada.

Pero no creo que ninguna teoría supersticiosa sea tan pintoresca como la de un gran bateador dominicano de las décadas de los sesenta y setenta. Obviaré el nombre real de ese personaje por respeto a su esposa y simplemente lo llamaré "Rich".

Rich , quien era un amante desenfrenado, creía firmemente que los asuntos sexuales están amarrados directamente al desempeño de un jugador en el terreno.

Rich clasificaba a las mujeres con las que sostenía relaciones sexuales dependiendo de su actuación en el partido siguiente al encuentro: "Bateadora" (cuando Rich pegaba dos o tres hits, con al menos un extrabase, en el juego), "Jonronera" (si Rich lograba sacar la bola del parque), "Fábrica de sencillos" (si solamente pegaba batazos de una base), "Mala Bateadora" (si a Rich le iba mal en el plato) y la peor y más temible era "Ponchona" (si Rich se ponchaba más de una vez en un juego).

De acuerdo a su clasificación, Rich removía cielo y tierra para volver a llevar a la cama a "Jonronera" y "Bateadora", se cuidaba de entusiasmarse mucho con "Fábrica de Sencillos" y bajo ningún concepto (aunque se tratara de la reina de un imperio lejano) jamás volvería a tener ningún tipo de relación con "Mala Bateadora" o "Ponchona".

No fueron ni una ni dos relaciones que Rich acabó apenas comenzaban solamente por los malos resultados en el terreno en el partido siguiente al encuentro.

El béisbol es un deporte de supersticiones, algunas más extrañas que otras, algunas menos serias que otras, pero supersticiones al fin y al cabo.

No quisiera cometer un sacrilegio, pero me atrevo a garantizarle a los fanáticos de los Yankees que es poco probable que pasen 86 años antes de que el club gane su primera Serie Mundial en el nuevo Yankee Stadium, que abrirá sus puertas en abril del 2009.

Al menos no me reclamen hasta octubre del 2095, cuando tendría que admitir que ciertamente funcionó el rito de la camiseta de los Medias Rojas en "La casa que construyó George Steinbrenner".