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Un día de entrenamiento

PERÚ -- ¿Cómo están, amigos?

Antes que nada, quiero agradecer a las personas que se han tomado la molestia de leer esta columna, ya que precisamente es a ustedes y por ustedes que dedicamos este espacio con mucho agrado.
Me llevé la sorpresa de recibir noticias de algunos amigos que por este medio restablecieron contacto conmigo y a los que como siempre, les deseo lo mejor de esta vida. Gracias también a ustedes por ser parte de mi historia y bienvenidos a las nuevas personas que hoy se integran a ella.

Tres soles, y "a las canchas del Bolo, por favor"... Abordo el taxi que ya ambienta la mañana con ritmos salseros y en sintonía, el pata (o sea, el amigo), que informa a sus radioescuchas sobre las últimas noticias del mundo del espectáculo y manda a comerciales con un "buenos días, Perú".

La catedral, la vía, una mezquita sacada de un cuento, el grifo (es decir, la gasolinera) y un futuro hospital, son parte del recorrido.

Personas que esperan el autobús, todas con la tranquilidad que caracteriza a todo habitante de provincia y que aquí, en Tacna, no es la excepción, con su escenografía imponente de altas dunas de arena desértica, que rodean la ciudad y esconden los picos nevados que a sus espaldas se levantan como queriendo competir por salir en la postal, mientras los buitres vuelan en círculos contemplando ese duelo y eligiendo la mejor pose para detallar la imagen.

Dos glorietas y vuelta a la izquierda... "Aquí está bien, gracias". Treinta y seis pasos son de ahí al vestidor, que hoy ríe y bromea como aula sin profesor. Mi uniforme azul parece hoy sonreír también.
Qué ritual el de vestirse para salir al campo con las clásicas cábalas, que van desde el que inicia a vestirse por su pie derecho, por aquello de que con ése le pega mejor, hasta el que pide la lycra del día anterior y que en ocasiones ni siquiera está limpia, pero es que él anotó dos goles ayer con esa y hoy quiere repetir la dosis, culpando a su lycra de la buena puntería.

La última vista en el espejo para aplicar el bloqueador solar, ¡y a la cancha!

Doce minutos de trote para comenzar. Todo es bulla, recordando los momentos más importantes del partido anterior, en que ganamos 3-0 al Sport Boy. "Fue faul", dice uno, mientras otros tres se burlan porque dicen que cayó como auténtico perro, que metió el gol porque estaba vacía la portería.

Aseguran que el otro fue autogol, con obvio descontento del autor de ese tanto, que festejó como si hubiéramos ganado la Copa del Mundo, pero que en esta ocasión se le perdona, ya que su festejo tenía dedicatoria especial para su mamá...en su día.

Y, que el tercer tanto fue un milagro, pues hace ya tanto que no hacía uno el que lo metió, que la burla fue porque era el más sorprendido.

Así transcurrió el entrenamiento, con estiramientos, con tiros a la portería y con una cascarita al final, para apostar algunos soles y divertirnos un poco más.

Creo que hoy, lo mejor fue saborear más esa victoria, que seguro nos dejará motivados para este miércoles, que vamos de visita contra el Gálvez.

La tarde luce tranquila y el frío, que poco a poco se va adueñando de la ciudad, envuelve a Tacna, cuyo cielo poco después se llena de estrellas, y la gente que aún deambula por las calles, le da los últimos respiros de vida al día que transcurre.

Así, mi día termina con un viaje mental a la risa de mi hijo, con su voz diciéndome que él es mi razón de vivir y mi búsqueda por trascender.

Quiero, algún día, que se sienta muy orgulloso de mi y que sepa que los sueños se alcanzan con disciplina, con trabajo, con coraje y con mucho amor, que es lo que él mejor sabe dar... "Te quiero mucho, papá".

Hasta luego, su amigo Alex Álvarez.