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Selig y Fehr tienen que parar esto

ORLANDO -- Cambien a Roy Halladay a los Yankees o devuelvan a Hanley Ramírez a Boston y aún no conseguirán derrotar el titular del día: David Ortiz y Manny Ramírez dieron positivo al uso de sustancias para mejorar el rendimiento en el 2003, según reportó el periódico New York Times.

El reporte del Times llega exactamente un día antes de que se cumpla el plazo para transferir jugadores en las Grandes Ligas. Fuera de los días de la Serie Mundial, esta es la época del año que más ansiosos pone a los aficionados del béisbol.

BIG PAPI y MANNY EN LA LISTA DE LOS 104

Según reportes de prensa, David Ortiz y Manny Ramírez están en la lista de los positivos a dopaje de Grandes Ligas del 2003.



Los rumores de cambios y la novedad de ver a Cliff Lee con el uniforme de los Filis se esfumaron como por arte de magia.

Lo que más molesta no es exactamente que involucren otra estrella (y de paso otro dominicano) en el tema de las sustancias, tomando en cuenta que ya hace tiempo que asumimos que los esteroides eran parte de una cultura permitida y que es probable que el porcentaje de jugadores que nunca los usaron no alcanza el 10%.

Lo que más molesta es que el comisionado Bud Selig y Donald Fehr, el cabecilla de la Asociación de Peloteros, no hagan nada por detener esta orgía sangrienta contra la reputación del juego.

Ya sabemos todo el cuento ese de que las pruebas serían secretas, que el gobierno las incautó, que Fehr, de 61 años, renunció de la dirección del sindicato porque se siente cansado y que Bud Selig, quien este mismo jueves cumple 75 abriles, ha postergado un retiro varias veces anunciado, incentivado por el salario de 18 millones de dólares anuales que recibe.

Sabemos todo eso y mucho más, pero eso no es lo más importante en estos momentos.

Como jefes supremos de los gobiernos de las Grandes Ligas (los peloteros y la oficina del comisionado) Fehr y Selig están obligados a tomar cartas en el asunto inmediatamente para enterrar de una vez y por todas el pasado de los esteroides.

Selig y Fehr deben llegar a un acuerdo para anunciar lo más pronto posible la lista de positivos a las pruebas exploratorias del 2003. Ya es evidente que la lista no es secreta y al seguir haciéndose los tontos no hacen un gran servicio ni a los peloteros ni a la industria completa.

Si el béisbol convoca a una gran conferencia de prensa para la próxima semana, sin importar el tamaño de las revelaciones, ya todo será historia patria para cuando lleguen los playoffs. Y lo mejor, no tendremos que revivir el tema cada dos meses con un nuevo reporte, lo que mantendría el asunto en vigencia por varias décadas.

A esa rueda de prensa, además de Selig y Fehr y todos sus lugartenientes, irían algunos de los peloteros que están en la lista, pero que aún no han sido desenmascarados.

Los peloteros nos explicarían cómo fue que dieron positivo a pesar de que las pruebas fueron anunciadas y con el único fin de producir un bajo porcentaje para justificar seguir la fiesta de los esteroides.

Fehr nos explicaría porque la lista sobrevivió tanto tiempo como para permitir que el gobierno la incautara un año después de su elaboración y Selig nos explicaría las razones por las que prefiere que sea el congreso y la opinión pública que resuelvan los problemas del béisbol y no su oficina, como debería ser.

El béisbol merece jugadores más limpios y saludables, un panorama libre de sospechas e intrigas y una cobertura menos prejuiciada, pero los únicos que pueden provocar que eso suceda son Selig y Fehr.

Y si ellos no lo hacen, pues atento a los próximos capítulos del culebrón de larga duración en que se ha convertido la lista del 2003.